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22 jun 2021

Salmos 38:18 Por tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado.


En los versículos anteriores, David está abriendo su corazón y expresando todo su dolor y sufrimiento.  Versículo 6 estoy doblado y humillado; versículo 7, mis lomos están llenos de ardor; versículo 8, estoy debilitado y molido; versículo 10, mi corazón está acongojado; versículo 17, mi dolor está delante de mí continuamente.  Es claro que no la estaba pasando bien.  Es claro también, que su pecado era la causa de ese sufrimiento.  Finalmente llega a una conclusión: debo confesarlo todo.  Como siempre he escrito, la vida de David es fascinante cuando la vemos con ojos humanos y, al mismo tiempo, cuando entendemos que la misma Biblia nos describe su corazón como uno agradable a Dios.  Cuando escuchamos historias de alguien que hizo algo increíble pensamos que esas personas son diferentes a nosotros mientras que la realidad es que también son seres humanos.  Hay personas que piensan que los personajes de la Biblia son superiores a nosotros o ejemplos inalcanzables.  ¡Falso!  Cada una de las personas que aparece en la Biblia fue una persona como tú y como yo.  Con momentos buenos y malos.  Con fallas y errores.  Con virtudes y vicios.  Pero lo que nos une a todos es que somos creación de Dios y el pecado nos separa de Él.  ¡No es imposible ser como David!  Simplemente hay que estudiar lo que hizo y seguir sus pasos.  1. Obedecer a Dios.  2. Confiar en Dios.  3. No apartarse de Dios.  4. Arrepentirse y confesar sus pecados a Dios.  5. Dar la gloria siempre a Dios.  No importan tus circunstancias.  No te quieras ocultar en que la gente no puede entender tus problemas.  Los pasos son los mismos para todos.  David hizo mucho bien pero también hizo mucho mal.  No siempre tomó buenas decisiones.  No siempre fue rey.  Su familia no era perfecta.  Pasó mucho sufrimiento e hizo que otros sufrieran.  El versículo de hoy por eso resulta fascinante.  Porque nos muestra el corazón de David.  “Voy a confesar mi pecado” dice David.  ¿Ya confesaste tu pecado?  ¿Ya reconociste lo que no le gusta a Dios?  Muchas veces nos metemos tanto en querer resolver nuestros problemas y sufrimientos que nos olvidamos de que el pecado es el que está ocasionando todo.  Pensamos que es esto o aquello y que la solución será de tal o cual manera mientras que la realidad es que necesitamos venir al Señor, doblar nuestra rodilla y corazón para confesar nuestros pecados y pedir perdón.  ¡Ahí está la solución!  ¡Ahí está la respuesta!  En la humillación y reconocimiento de nuestra necesidad de ser perdonados.  Piénsalo y medita en lo que necesitas confesar.

 

Oración

Padre: perdona mis pecados.  Tú eres la solución a todos mis problemas y por eso vengo a Ti, para pedirte que no me aparte de Ti, que no dude de Ti y que nunca deje de darte la gloria.  Lléname de tu paz y límpiame.  En Cristo Jesús.  Amén 

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