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9 ago 2023

Salmos 47:6-7 ¡Canten, canten salmos a Dios! ¡Canten, canten salmos a nuestro rey! Dios es el rey de toda la tierra; por eso, cántenle un salmo de alabanza.

Estamos acostumbrados a cantar tantas canciones de amor, rencor, celos y demás pero no lo estamos para cantar canciones de alabanza a Dios.  Es normal pues resulta muy fácil prender el radio y escuchar todo menos canciones para Dios.  La industria musical que genera cientos de millones de dólares no promueve canciones de adoración.  Esto lo escribo para que tengamos un punto de partida pues pienso que cuando leemos que cantemos y alabemos a Dios no necesariamente estamos acostumbrados a hacerlo fuera de la iglesia o incluso dentro de la misma.  Nos da pena cantar con fuerza y alabar como se lo merece.  Imagina la emoción con la que se grita y “canta” un gol en el fútbol o cuando alguien canta una canción de amor con toda su emoción versus nuestras formas de cantar alabanzas.  Personalmente me da pena y tristeza mi falta de entendimiento y entrega.  ¡Qué más da si alguien me escucha cantar mal!  ¿A quién le importa que lo critiquen por estar alabando a Dios?  Bien dijo Jesús que si nos avergonzamos de Él, no podemos esperar que Él no se avergüence de nosotros frente al Padre (Lucas 9:26).

Además de tener práctica y entrega en alabar constantemente, necesitamos tener y encontrar razones para hacerlo y esto solamente ocurre cuando entregamos nuestras decisiones a sus principios y podemos gozarnos del resultado (normalmente inesperado).  Por ejemplo, para el siguiente año escolar, decidimos cambiar a mi hijo mayor a una escuela cristiana pues lo que estaba aprendiendo en la escuela pública era una desgracia en cuanto a principios.  Para mis hijos menores pensamos que podíamos hacerlo más adelante y así no tener que pagar por este año.  Después de estar orando, Dios fue muy claro en que debíamos cambiar a todos los niños y dejamos que Él se encargara que pudieran aceptarlos a todos y así fue.  Ahora que ya están en su escuela nueva y veo lo increíble que es que les enseñen sobre Dios y sus principios, puedo, verdaderamente cantar y alabar a Dios por lo que hizo.  Este es un ejemplo muy simple y cada uno de nosotros tiene que darse cuenta de cómo Dios se manifiesta en sus vidas y cómo obedecerle nos termina llenando de gozo para así no tener duda ni pena en reaccionar con alabanzas.  Por el contrario, si no hay actos de obediencia en tu vida, si no aprendes que Dios debe tener control sobre tu vida, es imposible que tengas deseos y ocasiones para querer cantarle y alabarle.  Piénsalo.  ¿Dónde estás parado?  Si hay algo por lo que estás agradecido, contento o asombrado que Dios hizo, no esperes más y alaba a Dios.

 

Oración.

Señor: Alabado seas.  Perdóname por no cantarte y alabarte como te mereces.  Guíame para no pensar en la gente sino en Ti para poder alabarte sin restricción.  La gloria sea siempre para Ti y gracias por permitirme ser tu hijo.  En Cristo Jesús.  Amén

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