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12 nov 2009

Mateo 26:21,25

Mientras comían, Jesús les dijo: les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar. ¿Acaso seré yo Rabí? Le dijo Judas el que lo iba a traicionar. Tú lo has dicho le contestó Jesús.




Recientemente he estado meditando en esta escena…

Me parece que todos tenemos una parte de Judas dentro de nosotros. Cada uno de nosotros, de una u otra forma, hemos traicionado a Jesús. A veces pensamos que no son traiciones sino “fallas o deslices” pero en realidad lo estamos traicionando. Cada vez que decides realizar tu voluntad por encima de la de Dios, te estás convirtiendo en el enemigo. La Biblia nos dice que el que no está con Jesús está contra Él (Mateo 12:30). No se trata de desenfundar la espada y salir contra todos los que vemos que están alejados de Dios. ¡Por favor no! Se trata de entender tus propios errores, tus propias “traiciones” y reconocerlas poniéndolas ante Dios para poder corregirlas.

De alguna manera, hemos creado niveles de pecado dependiendo de sus consecuencias. Pensamos que Judas es el gran pecador y que no hay nadie como él. Piensas que si hubieras tenido la misma oportunidad de convivir con Jesús y conocerlo personalmente como lo hizo Judas, nunca lo engañarías. Quiero decirte que tienes una gran probabilidad de haber sido el que lo traicionara. Si metemos un poco las matemáticas a la historia, sabemos que fueron 12 discípulos y uno lo traicionó. Esto quiere decir que existe poco menos del 10 por ciento de probabilidad de que tú o yo traicionáramos a Jesús en su momento siendo Judas. ¿Por qué hago esta reflexión? Para que puedas entender y reconocer que eres pecador. Que no eres perfecto. Que te equivocas. Pero sobre todo, que entiendas que no eres mejor que tu hermano. Que eres igual de pecador y que tienes la misma probabilidad de traicionar y engañar a Jesús que el que se sienta a lado tuyo en la congregación. Tú y yo fuimos escogidos por Dios no por nuestros méritos sino por el amor y misericordia derramados sobre nosotros.

Como siempre, no me gusta escribir y compartir de Dios para que terminemos tristes o desanimados por nuestros errores. Todo lo contrario. Lo que siempre busco es que comprendamos el amor tan grande que Dios tiene con nosotros, el cual, habiendo fallado día a día, nos pone a Jesús (el camino) para poder reconciliar nuestras “traiciones” con Él. Lo que busco es que tú te humilles para que el Señor sea el exaltado.

Hoy te animo a que humilles tu corazón. Te animo a que dejes de pensar que eres mejor o “no tan malo” como otras personas. Te animo a que reconozcas tus traiciones y las pongas delante de Dios. Te animo a que evalúes tu comunión con Dios y no caigas en el camino de Judas, el cual, a pesar de convivir todos los días con Jesús, no comprendió el evangelio y ya sabes cómo terminó su vida…



Oración

Señor: quiero pedirte perdón por traicionarte. Ayúdame a entender que mi pecado, que tomar mis decisiones por encima de tus mandamientos significa una rebelión directa contra Ti. Guíame por tu camino y no permitas que me aparte de Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús


Amén

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