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3 nov 2009

Santiago 5:14-15

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.


Recientemente mi esposa se enfermó de gripa y tos. Pude estar varios días sin contagiarme pero al cuarto día me empecé a sentir un poco mal yo también. Una ida a la farmacia me recordó que tenemos una enorme cantidad de medicinas a nuestro alcance, sin contar las controladas por receta médica. Había pasillos destinados a distintos tipos de enfermedades y síntomas. Es muy fácil sentirse perdido sin saber cuál de todas esas medicinas tomar. Buscas la marca que tengas en mente pensando que será la mejor o incluso la que te han recomendado. Finalmente esperas haber tomado la mejor decisión.
A veces nos pasa algo similar en nuestro camino con Dios. Nos encontramos en una disyuntiva, un momento difícil de atravesar, la angustia y preocupación están latentes y la incertidumbre parece ser la reina del momento. ¿Cómo reaccionas? Te vas a la “farmacia” a buscar soluciones. Tratas de encontrar aquella “medicina” que pueda ayudarte a atravesar estos momentos o a tomar una decisión correcta. Intentas recordar consejos anteriores o soluciones que otras personas han tomado. Sin darte cuenta, estás olvidando lo más importante de todo: orar al Señor por tu situación.
Ahora que me enfermé, pude recordar lo frágil que somos. En la tarde comencé a sentir un malestar en la garganta, para el día siguiente no me sentía nada bien y mi cuerpo lo sentía sumamente cansado. No tardé nada en perder fuerzas y sentir la debilidad que no podía controlar y a mi cuerpo no le importó que llevara probablemente más de un año sin enfermarme... Si alguno está enfermo, llame a los ancianos para que oren por él. Hay que poner a los pies del Señor todo lo que nos pasa, bueno y malo. En este caso, las enfermedades. El aceite al que hace mención el versículo se utilizaba como medicina para ayudar al enfermo pero aclara muy bien que la oración es la que sanará al enfermo y no el aceite en sí. A veces preferimos encontrar la medicina que nos alivie rápidamente y olvidamos que es la oración o misericordia de Dios las que realmente nos regresan la salud. Orar puede tardar más de lo que queremos esperar para ser sanados y por eso es más fácil tomar la “vía rápida”. Ahora sabes que la oración puede mucho más de lo que imaginabas. No solo va a sanarte sino que también puede ser vehículo para el perdón de tus pecados.
Aunque sea difícil de aceptar, estás limitado en lo que puedes hacer. No decides cómo estar sano (podrás influenciar pero no decidir). El Señor decide qué, cómo y cuándo. Mientras más medites en esto, lo entiendas y lo aceptes, mejor será tu relación con Él. ¿Estás enfermo? ¿Tienes alguien enfermo? Comparte tu situación y pide que oren por ella. Recuerda que la oración tiene más fuerza que las medicinas y los remedios caseros…

Oración
Padre: gracias por recordarme lo valiosa que es la salud y lo misericordioso que eres en darla. Perdona porque olvido fácilmente acudir a Ti en oración e incluso pedir que oren por mí. Te pido que escuches mi oración en el nombre de Jesús
Amén

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