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30 ago 2011

Hechos 13:29-31

Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.



El día de hoy, yo soy testigo de que Cristo ha transformado mi vida. De que estaba perdido y fui encontrado. De que era esclavo del pecado y ahora soy libre. De que andaba sin rumbo y hoy tengo dirección. Soy testigo de un amor que nunca había conocido y lo recibí sin merecerlo. Testigo de un perdón que no tiene igual. Testigo de la gracia y misericordia que ofrece Dios. Testigo de que todo lo puedo en Cristo que me fortalece y que su poder se fortalece en mi debilidad y lo mejor de todo, testigo de que he sido perdonado de mis pecados y reconciliado con Dios pudiendo ahora ser llamado hijo de Dios.
Dios cumple todas sus promesas. Cumplió cada profecía que nos había dejado para la venida del Mesías y así será con cada promesa y profecía que encontramos en su palabra. Tú y yo debemos ser testigos también de Cristo. Fíjate cómo Pablo nos dice que aquellos que presenciaron su resurrección, son los que estaban siendo ahora testigos ante el pueblo. Si has aceptado a Jesús. Si te has reconciliado con Dios Padre. Si has pedido perdón por tus pecados, es necesario que vayas y seas testigo de lo que has vivido. Ahora, si lo piensas por un momento, tiene mucho sentido el hacerlo. ¿Cuántas veces no compartes una experiencia positiva? ¡Muchas! Incluso la repites con personas que ya la han escuchado por el gusto de revivir ese momento. Con Jesús es igual. Si no sientes el gozo y el deseo de compartirlo es porque probablemente aun no lo conoces y no te has entregado a Él. Probablemente has mantenido tu distancia y solamente has querido escuchar la teoría pues te parece interesante pero no has permitido que esas palabras entren a tu corazón y revolucionen tu vida entera. Hoy te invito a que le des una oportunidad a Jesús.
Por otro lado, me encanta leer: Mas Dios le levantó de los muertos. ¡Esto sí que me emociona! ¿Qué podemos temer si tenemos a Dios de nuestro lado? ¿Qué puede quitar nuestra paz? ¿Qué puede quitar nuestro gozo? Tristemente, nos distraemos tanto con lo que vivimos y hacemos que olvidamos frases como ésta y nuestro gozo y nuestra paz nos son arrebatadas. No debes permitir esto en tu vida. Por ello es importante pasar tiempo constantemente en la palabra. No porque alguien te obliga sino porque entiendes que ahí se encuentra tu alimento que necesitas. Te animo a que guardes en tu corazón estas palabras: Mas Dios le levantó de los muertos. Si Dios puede hacer esto, imagina ¡qué no podrá hacer en tu vida!

Oración
Señor: llevo tiempo escuchando de ti pero nunca he querido comprometerme y aceptar que te necesito. Hoy quiero pedirte perdón y pedirte que traigas paz y gozo a mi vida. Enséñame a vivir conforme a tu voluntad y dale sentido a mi vida. Señor, oro a ti en el nombre de Jesús. Amén

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