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15 mar 2012

Hechos 20:17-21


Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso.  Cuando llegaron, les dijo: ustedes saben cómo me porté todo el tiempo que estuve con ustedes, desde el primer día que vine a la provincia de Asia.  He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas a pesar de haber sido sometido a duras pruebas por las maquinaciones de los judíos.  Ustedes saben que no he vacilado en predicarles nada que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas.  A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.


Como veremos más adelante, Pablo se está despidiendo de sus hermanos y de los líderes de la iglesia en Éfeso.  Les está recordando los principios que les compartió siempre no solo con palabras sino principalmente con su forma de comportarse.  Desde que llegué he servido sin importar la dificultad de las pruebas.  Saben que cada momento busqué compartirles a Cristo y enseñarles lo que es útil.  Les compartí en casas o públicamente.  Sin importar el lugar siempre busqué que el evangelio fuera anunciado y que cada uno de ustedes, fuera judío o griego, creyera en Dios y en nuestro Señor Jesús.  De cierta manera está escribiendo parte de su epitafio.  Pablo: un hombre que se dedicó a servir al Señor en todo momento.
Su resumen nos ayuda a entender cómo será nuestra vida dentro de nuestro desarrollo espiritual.  Si bien, es poco probable que tengamos que atravesar prisiones, lapidaciones y multitudes queriendo asesinarnos, estoy convencido que, como Pablo, tendremos duras pruebas que moldearán nuestro corazón y carácter.  Habrá momentos que pensemos que ya no podemos más, que es suficiente y nos gustaría que las cosas fueran distintas.  Pero el Señor nos llenará de aliento, consuelo y paz para seguir adelante.  Habrá lágrimas, habrá tristeza, habrá impotencia pero sobre todo, habrá bendiciones pues estarás obedeciendo y sirviendo al Dios Todopoderoso.  El día de ayer estaba meditando junto con mi esposa sobre el perro que encontramos en la calle y decidimos adoptar.  Ha sido sumamente difícil.  Su pata estaba totalmente quebrada.  Querían amputarla.  Ha tenido distintas enfermedades.  Ahora nos dijeron que tiene el corazón agrandado y líquido en los pulmones.  Hay una posibilidad de que lo tengamos que dormir.  Todo esto en tan solo 3 semanas.  ¿Sabes qué concluimos?  Que fue una buena decisión el haberlo traído a casa.  A pesar de que ha sido un gasto físico, económico y mental, las bendiciones que ha traído son mayores.  Aunque parezca un ejemplo tonto y sencillo, así es con nuestra vida espiritual.  Nos costará trabajo.  Nos puede costar nuestro empleo, nuestra salud o alguna otra cosa.  Pero con el tiempo, entenderemos que la bendición que llegó fue mucho más grande que aquello que dejamos ir.  ¿Por qué crees que Pablo nos dice que aquello que valoraba ahora lo considera como basura?  Porque se desprendió de lo que quería y se aferró a las bendiciones del Señor.  Pudo vivir en carne propia el atravesar pruebas y dar gloria a Dios por cada una de ellas.  Hoy te pregunto ¿En dónde estás parado?  ¿Qué estás buscando?  ¿Qué estás haciendo de tu vida espiritual?  ¿No quieres comprometerte porque te da miedo lo que pueda pasar?  ¿Crees que las pruebas son muy fuertes?  Yo te aseguro que si entregas tu vida a Dios, las bendiciones que recibirás serán tan grandes que, a pesar de las pruebas que hayas tenido que atravesar, estarás cien por ciento agradecido con el Señor por lo que ha hecho en tu vida.
Oración
Padre: hoy quiero encomendar mi vida a Ti.  Quiero servirte.  No quiero seguir buscando lo mío sino quiero lo tuyo.  Ayúdame a entender que las pruebas moldean mi carácter y fortalecen mi fe.  Ayúdame a no apartarme de Ti ni un instante.  Trae paz a mi corazón y consuelo para que pueda seguir adelante y para poder llevar paz y consuelo a mis hermanos en la fe.  Quiero vivir para Ti mi Señor.  Guíame.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amen 

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