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30 mar 2012

Hechos 21:7-9


Nosotros continuamos nuestro viaje en barco desde Tiro y arribamos a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día.  Al día siguiente salimos y llegamos a Cesarea, y nos hospedamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete y tenía cuatro hijas solteras que profetizaban.  


Algunas personas piensan que no tienen lugar en la iglesia o se sienten distanciadas.  Piensan que por su personalidad, no estarán al frente dando una predicación y no ven por dónde pueden aportar algo.  Si eres una de esas personas te tengo noticias.  ¡Tu presencia es extremadamente necesaria!  Para empezar, sin ti, no habría a quién compartirle el evangelio.  Segundo, cada uno de nosotros representa una parte distinta de la iglesia del Señor con un propósito único.  Tercero, no importar si la labor que debes realizar está a la vista de todos o nadie se entera, el impacto que tiene es igual de importante que el de aquél que se encuentra hablando frente al público.  Piensa en esto, gracias a que los hermanos abrían las puertas de sus casas y compartían su comida, Pablo y los discípulos que lo acompañaban podían tener un tiempo de comunión, descanso y gozo.  ¡Llevaban un viaje sumamente pesado!  Habían estado ya viajando por varias ciudades rumbo a Jerusalén.  Seguramente estaban cansados.  Seguramente les fue de enorme bendición el llegar a casa de Felipe y ser bienvenidos.  Si alguna vez has hecho un viaje largo y pesado, sabes lo cansado que puede ser y la bendición que es llegar a un lugar para descansar.  Pues así estaban los discípulos cuando llegan con Felipe y él decide abrir las puertas de su casa y servirles.  Esas personas son vitales en una congregación.  Sería increíble tener a muchos así.  El cuerpo de la iglesia necesita tanto del que ayuda a acomodar unas cuantas sillas como del que prepara la predicación.  ¿Lo puedes entender?  Tu participación es sumamente importante.  No tiene que estar a la vista de los demás para ser valiosa.  Recuerda que nosotros acumulamos tesoros en el cielo.  ¿Qué tal está tu cuenta espiritual?  ¿Has acumulado mucho?
Nos corresponde poner al servicio de Dios sus bendiciones.  Nos corresponde encontrar el lugar al que somos llamados para servir.  ¿Lo conoces?  ¿Sabes qué quiere el Señor de ti?  Debes preguntártelo con mucha profundidad y contestar con humildad y sinceridad.  ¿Realmente sabes lo que Dios espera de ti?  Si lo sabes, ¿Lo estás haciendo?  Hoy quiero animarte a servir.  A encontrar tu lugar en el reino de Dios.  A darte cuenta si estás o no sirviendo.  A ser honesto contigo mismo y abrir tu corazón al Señor.  A dejar de esconderte por esto o aquello y no quererte comprometer.  Dios quiere que lo sirvamos y le demos gloria.  Si lo piensas, ¡se merece mucho más que eso!  Se merece nuestra vida entera.  Piensa cómo puedes servir.  Piensa cómo puedes ser parte de tu congregación.  Piensa cómo puedes poner tu vida al servicio del Creador.  Pero sobre todo, una vez que lo hayas pensado, ¡Hazlo!  De nada sirve saberlo si no vas  a actuar.
Oración
Padre: gracias por enseñarme que tengo un lugar en tu iglesia.  Gracias por mostrarme que puedo ser utilizado ampliamente sin tener que ser el que habla públicamente.  Yo te entrego mi vida y te pido me muestres dónde y cómo servirte.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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