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7 nov 2012

Gálatas 6:1-2


Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde.  Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado.  Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.



Hay una serie de televisión que se llama Intervención.  Son casos reales que son documentados para poder entender o conocer más sobre el problema de las adicciones en Estados Unidos.  Aquellos que son grabados, se les informa que se está realizando un documental y se les pregunta si quieren participar.  Cada una de estas personas, tiene a su familia totalmente desesperada y preocupada pues ven cómo poco a poco están destrozando su vida.  Los seres queridos no saben cómo ayudar y muchas veces terminan por dejarse de ver.  Sin embargo, el dolor sigue ahí.  Por otro lado, la persona que es adicta, expresa sus pensamientos y sentimientos conforme pasan los días.  Muchas veces su adicción resulta de un divorcio de los padres, o un abandono de la pareja, el fallecimiento de un ser querido, en fin, hay muchas causas y no podemos definirlas todas.  Resulta sumamente triste ver una vida consumida por una adicción.  El adicto no tiene voz ni voto.  Se levanta y necesita su estimulante (o sedante).  ¿A dónde voy con todo esto?  ¡Es gente que necesita ayuda!  Cada caso es una persona que se está desmoronando y cayendo por el abismo sin poder parar.  Son vidas que están en picada y no tienen forma de ser levantadas.  ¡Necesitan de alguien que los ayude!  Al final del documental, se realiza una Intervención, y se le ofrece al adicto acudir a un centro de rehabilitación.
El pecado es como una adicción.  Muchas veces no sabemos cómo ayudar o cómo salir de ese círculo vicioso.  Lo peor que podemos hacer con un adicto es criticarlo y juzgarlo.  Lo mismo pasa con una persona que está cometiendo un pecado.  Por esta razón Pablo dice: deben restaurarlo con actitud humilde.  ¿Por qué?  Porque si somos honestos, por la gracia del Señor hemos sido rescatados.  No porque fuimos sabios y tomamos decisiones correctas sino porque el Señor tuvo (y tiene) misericordia de nosotros y nos rescató.  Debemos tener en nuestro corazón la carga y el deseo de salir y compartir “la rehabilitación” de Jesús.  Debe preocuparnos el ver a un hermano cayendo en pecado.  No debemos alarmarnos y criticarlo sino acercarnos y en humildad llevar su carga para que se le de gloria a Dios.  ¿Lo puedes ver?  Significa amar a tu prójimo como a ti mismo.  Por eso Pablo dice: así cumplirán la ley de Cristo.  Una persona cuya vida está en picada necesita consuelo, amor y ánimo.  El problema es que nos quedamos fijados en lo que está mal y se nos olvida ver el corazón que tiene la necesidad. 
Sea una persona que no conoce a Cristo, o un hermano en la fe, espero que en tu corazón nazca y se desarrolle el deseo de amar a tu prójimo y de querer compartir la increíble “rehabilitación” que ofrece el Señor.  Espero puedas llevar el amor, la gracia y la misericordia que Dios te ha regalado, a otras personas que hoy la necesitan tanto.  Dejemos de señalar y criticar y comencemos a trabajar para Cristo anunciando su evangelio y amando a nuestro prójimo.  Aprendamos a llevar las cargas de nuestros hermanos y a amonestarnos en amor y misericordia tal y como Cristo lo hace con nosotros cada vez que le fallamos.

Oración
Señor: gracias.  Eres inmensamente amoroso y no puedo dejar de agradecértelo.  Gracias por perdonarme cada vez que cometo una falta.  Te pido que de igual forma aprenda a perdonar a los que me causen un mal.  Ayúdame a llevar tu amor y misericordia a mi prójimo.  Quiero aprender a amonestar a mi hermano en humildad y a llevar sus cargas juntamente para que al final la gloria sea tuya mi Señor.  Te pido que llenes mi corazón con tus deseos y que mi vida sea de servicio a Ti.  En el nombre de Jesucristo te lo pido.  Amén. 

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