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8 nov 2012

Gálatas 6:3-5


Si alguno cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo.  Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie.  Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.



Vivimos en un mundo de competencia.  Competimos contra humanos y contra máquinas.  Con mayor frecuencia debemos estar mejor preparados y listos para competir.  Para aquellos que comienzan a trabajar compiten contra los que ya tienen experiencia.  Los que ya tienen años trabajando, compiten contra los nuevos que tienen ideas más frescas y sus sueldos son menores.  En fin, por donde sea que lo veamos, vivimos en una competencia constante.  Esto hace que se vuelva costumbre compararnos con los demás.  ¿Cómo estoy comparado con tal o cual persona?  Y así comienzas tu lista.  Mejor en esto.  Peor en aquello.  Pero finalmente ¿Qué sentido tiene?  ¡Ninguno!  Nos dice el pasaje de hoy, que nuestro compromiso es con Dios y nuestra rendición de cuentas es personal y no colectiva.  Dios no nos va a decir: hiciste un buen trabajo pero no tan bueno como tu vecino.  Él nos pedirá cuentas personales.  Sin comparaciones.  Sin competencias.  Él nos dio y sobre eso nos exigirá.  Recuerda la parábola de los talentos.  A cada uno le dio distintos montos y a cada uno le exigió como correspondía.  De la misma forma, el Señor te ha dado mucho y debes ponerlo al servicio de su gloria.  ¿Qué estás haciendo con sus bendiciones?  Cada uno examine su propia conducta, nos dice el pasaje.  ¿Tienes algo de lo cual puedes estar orgulloso?  ¡Buen trabajo!  Dale gracias a Dios.  ¿Necesitas mejorar en algunas áreas?  ¡Entrégalas al Señor!
Personalmente caigo mucho en las comparaciones.  No para mal ni por criticar.  Simplemente me gusta darme cuenta si he hecho poco o mucho (según mis parámetros).  Pienso en mi edad y en lo que he logrado.  Veo a mi alrededor y trato de encontrar a aquellos que han hecho más que yo.  De ahí, trato de ver qué hacen que yo no hago.  Para este momento seguramente estarás pensando que estoy medio loco.  Es probable.  Lo que quiero compartirte es mi carga por aprender a vivir bajo los parámetros del Señor.  Aprender a rendir cuentas y hacer a un lado las comparaciones.  Si bien, muchas cosas pienso que hago bien, hay muchas otras que hago muy mal.  Tal vez estás en una situación similar. 
Debemos tener cuidado con el orgullo.  Es fácil dejarse llevar por él.  Es seductor y trae muchos reflectores que apuntan a uno.  Cuando alguno se cree algo cuando no es nada, se engaña a sí mismo, dice el versículo de hoy.  Si alguno tiene algo de qué presumir, no se compare.  Es una línea muy delgada para mantenernos en el lugar adecuado.  Es fácil comenzar a presumir.  Es difícil guardar el equilibrio.  Medita en tu vida.  ¿Estás en equilibrio?  ¿Te crees más allá de lo que eres?  Espero puedas meditar en lo que el Señor te ha dado y aprendas a ponerlo por obra para su gloria dejando a un lado las comparaciones y la soberbia.

Oración
Padre: perdona mis pecados.  Te pido perdones mi falta de humildad y me enseñes a dejar de compararme.  Te pido que aprenda a darte gloria en todo lo que haga y que mi vida sea guiada por Ti en todo momento.  Gracias por tu amor y misericordia.  En el nombre de Jesús.  Amén.

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