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20 oct 2015

Salmos 18:37-40

Perseguí a mis enemigos, les di alcance y no retrocedí hasta verlos aniquilados.  Los aplasté.  Ya no pudieron levantarse.  ¡Cayeron debajo de mis pies!  Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes.  Hiciste retroceder a mis enemigos y así exterminé a los que me odiaban. 



Si leyéramos la primera parte pensaríamos que David se está vanagloriando.  Sin embargo, cuando seguimos leyendo encontramos toda la explicación: Tú me armaste de valor; Tú sometiste a los rebeldes; Tú hiciste retroceder a mis enemigos.  Si invertimos los versículos podríamos entender el pasaje mejor.  Lo que David nos está diciendo es que cuando estamos del lado del Señor, donde quiera que vayamos, Él nos ha dado la victoria.  No habrá enemigo que pueda contra nosotros.  No habrá nada que pueda detenernos.  No porque seamos mejores ni tengamos más sino porque Jehová es quien nos libra de toda batalla.  ¿Lo puedes entender?  Vuelve a leerlo detenidamente pues es de suma importancia.  Todos aquellos que confiamos en Él y dejamos que Su voluntad se haga en nuestra vida, tenemos la victoria por delante.  Él se encargará de someter a nuestros enemigos.  Se encargará de hacerlos retroceder.  Se encargará de llenarnos de valor para seguir adelante cuando todo sea difícil y no haya camino.  ¡Gloria a Dios!  Gracias al Señor por darnos la victoria.  Ahora, qué sucede cuando hay alguna enfermedad o muere algún ser querido.  No podemos pensar que Dios tiene que sanar a todos o no permitir que nadie muera.  El pasaje no se refiere a este tipo de victoria.  La victoria a la que hace referencia es contra la adversidad que encontramos en las injusticias de los hombres.
Estos pasajes son sumamente importantes para nuestra vida porque nos dan la perspectiva correcta de lo que ocurrirá en nuestras vidas.  Es un hecho que atravesaremos dificultades.  Es un hecho que tendremos enemigos.  Es un hecho que habrá personas que nos odien y quieran aplastarnos.  Lo que también es un hecho es que Jehová ha vencido al mundo.  Si nosotros estamos con Él, quién contra nosotros.  ¡Nadie!  Deja de preocuparte.  Deja de vivir angustiado y aplastado.  Todas las pruebas son para bien.  En repetidas ocasiones la biblia nos recuerda que a través de ellas crecemos espiritualmente y forjamos nuestro carácter para parecernos más a Cristo.  Mientras tu carne quiere evitar todo tipo de incertidumbre y momentos difíciles, tu espíritu lo necesita para crecer y confiar en el Señor.  Recuerda: es necesario aprender a morir a la carne.
Una y otra vez la palabra de Dios nos dice que Él nos ama y que tiene un cuidado especial de nosotros.  Sin embargo, cuando llegan las pruebas es difícil confiar y creer que así es.  Nos duele el corazón.  La mente nos limita.  La duda se apodera.  Esto es normal.  Todos pasamos por estos momentos.  Estoy seguro que David también pasó por algo así.  Es justo en instantes así cuando decidimos por o contra Cristo.  Ya sabes qué hay del otro lado.  Ahora toca decidir cómo vas a cruzar.

Oración

Padre: no quiero seguir caminando lejos de Ti.  No quiero estar lejos de tu voluntad.  Te pido perdón por mis pecados y porque corrijas mis pasos en todo momento.  Gracias por mostrarme que no debo temer.  Gracias por recordarme que la victoria ya está dada y Tú has salido ganador.  Decido por Ti mi Dios.  Quiero morir a mi carne para que tu Espíritu me dirija por pastos verdes.  En Cristo Jesús.  Amén.

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