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16 jun 2008

Josué 5:12

Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.


El maná era el alimento que Dios le dio al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto. No existía antes. Cada mañana aparecía con el rocío y solamente duraba un día. Al principio fue todo un milagro y una gran bendición. Los israelitas se quejaron con Moisés pues pensaban que morirían de hambre en el desierto y Dios les muestra (con el maná) que su mano poderosa se encargaría de alimentarlos TODOS los días. Pero (como buenos humanos) llega un momento donde se acostumbraron al milagro y bendición del Señor y las quejas sobre el maná comenzaron. Ya el maná no era suficiente. Ahora querían carne.
El maná cumplió un propósito. Una vez cumplido ese propósito, el Señor decidió que no era necesario más maná, “nunca más tuvieron maná”.
Tal vez te parezca extraño o dudoso lo que voy a decir pero pienso que nuestra vida es similar al maná. Tenemos un propósito en la vida. Ese propósito tiene un tiempo definido y al cumplirse Dios nos llama. El maná no existía, existió y dejó de existir.
También veo que si hacemos la analogía del maná con cada ser humano, tenemos las mismas reacciones que los israelitas tuvieron. Muchas veces nos gozamos que tenemos una amistad, una pareja, un hijo o familiares. Después, nos acostumbramos a que TODOS los días estén ahí. Poco tiempo más tarde, comienzan los enojos y pleitos y se te olvida la bendición que es esa persona.
Tristemente cuando ese “maná” deja de existir, ahora sí recuerdas lo hermoso que era tenerlo cerca de ti. ¿Te suena esta historia? ¿No crees que muchas veces nos pasa esto?
El maná fue causa de gozo y después de pesadumbre. ¿Cómo puede cambiar tanto? La respuesta es muy sencilla: orgullo.
Cuando tu corazón se olvida que absolutamente TODO lo que tienes es por gracia y misericordia de Dios, se vuelve duro y comienza a exigir más y más. Ese corazón piensa que merece lo que tiene y ya no le es suficiente.
He aprendido a reconocer que Dios me provee de absolutamente TODO lo que tengo. Honestamente muchas veces se me olvida o mi orgullo quiere ponerse por encima y me dice que merezco mi trabajo, que yo soy el bueno y Dios solo me ayuda de vez en cuando. Cada día pido a Dios que no deje de apreciar el MANÁ que trae a mi vida y pueda estar con un corazón agradecido y humilde.
Te invito a que hagas lo mismo. Disfruta el maná que hay en tu vida, solamente tienes que humillar tu corazón y reconocerás las bendiciones que tienes que tu orgullo no permitía que vieras. Recuerda algo: el maná no existía, existió y dejó de existir.

Oración
Padre: quiero vivir agradecido con lo que me das. No quiero olvidar que son bendiciones y comenzar a exigirte las cosas. Perdona mi orgullo y quítalo de mi vida. Te lo pido en Cristo Jesús
Amén

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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