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23 nov 2008

Lucas 15:29-30

Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.



Todas las veces que he escuchado alguna predicación o referencias al hijo pródigo, jamás se hace el enfoque sobre el hermano que se quedó y obedeció. Es un personaje interesantísimo. Lleno de emociones y acciones. Hoy quiero analizarlo con mayor detalle.
Si bien, es muy normal que le de envidia por la fiesta que se está realizando en honor a su hermano cuando lo único que había hecho era despilfarrar el dinero y ser totalmente irresponsable, lo que sobresale cuando leo el versículo es el reclamo de que NUNCA le han dado nada. ¡Cómo somos mal agradecidos! Esta persona tuvo un techo donde pasar las noches sin que se le cobrara un solo centavo, seguramente sus comidas eran exquisitos banquetes (el contexto nos da a entender que era una familia con recursos económicos), probablemente vestía ropa fina que tampoco él pagaba. Además, tenía a sus padres para acudir a ellos cuando necesitara algo. En general podemos decir que tenía un hogar y una familia. Pero todo esto se convirtió en basura cuando vio lo que su hermano había hecho y la manera en que lo recibieron. Un banquete pudo mucho más que todas las atenciones que habían tenido con él. Los celos lo cegaron.
Tal vez te cueste trabajo darte cuenta pero es muy probable que tú también estés teniendo “cataratas o ciertos principios de ceguera”. Cuando dejamos que los celos, la ira, nuestras amarguras, rencores, enojos, depresiones, se apoderen de nuestra mente y emociones, lo único que logramos es cerrar nuestra visión y no poder VER lo que tenemos y por el contrario nos quejamos de lo que NO tenemos o de lo que pasa con los demás, cualquier bendición que recibe alguien nos llena de enojo y reclamamos el que NO nos pase algo similar. ¿Te das cuenta de esto?
El hermano que permaneció en casa NO estaba disfrutando de TODO lo que sus padres le ofrecían. ¡En un instante lo tuvo por basura! Hoy veo a mucha gente cayendo en la misma situación. No se percatan de la cantidad de bendiciones que están siendo derramadas en ellos y simplemente se concentran en lo que ELLOS consideran que sería una bendición. Últimamente he aprendido que Dios nos da lo que debemos tener, no más, no menos. De nosotros depende disfrutarlo y estar agradecido con ello o tomar la actitud de reclamo y pensar que porque hemos sido “obedientes” debemos merecer más que aquellos que no lo han sido.
Por último, un gran detalle que no entendió el hermano que se quedó en casa es que todo lo que él recibió fue por misericordia y amor de sus padres. La obediencia a ellos NO era necesaria para recibir amor y un techo. Si él hubiera entendido esto, se hubiera gozado en lo que tenía y mucho más cuando viera que su hermano perdido había regresado. ¡No caigamos en el mismo error!

Oración
Dios Padre: perdona mis pecados. Perdona mi falta de agradecimiento. Hoy te pido que pueda disfrutar lo que Tú me das y viva agradecido y contento con ello. Perdona mis actitudes equivocadas y recíbeme como el padre recibió a su hijo después de haber cometido tantos errores. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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