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30 nov 2008

Mateo 8:2

Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres puedes limpiarme.




¿Por qué se postró ante Jesús?
Jesús y sus discípulos venían descendiendo del monte, mucha gente los seguía (v.1) y probablemente TODOS los demás estaban parados.
¿Por qué el leproso decide llegar a Jesús y antes de decir cualquier cosa se postra delante de Él? Esta persona enferma es probablemente mucho mejor ejemplo de lo que Jesús quiere en nuestras vidas que yo. ¡Esto sí que penetra mi corazón!
Creo que me siento sano cuando en realidad Dios quiere que me de cuenta que estoy enfermo. ¡Qué soberbia tan grande! ¡No debemos caer en esta ilusión de perfección y “salud”! No puedo dejar de pensar que el leproso sin dudar un segundo luchó por llegar frente a Jesús y al lograrlo su primera reacción es caer de rodillas y decirle que no merece pedir nada y reconoce el poder de Jesús al decirle “si quieres, PUEDES”.
No sé tú, pero mis oraciones muchas veces son: te pido por esto, por el otro, y por lo demás también. ¿Te das cuenta de la diferencia tan grande con esta persona? ¡Jesús no ha dejado de ser Dios! El que podamos orar y tener comunión con Él NO le quita un solo gramo de autoridad y potestad, sigue siendo el GRAN Creador de todo lo visible y lo invisible.
¿En qué momento nos sentimos tan sanos para olvidar de dónde nos sacó Jesús?
¿En qué momento pensamos que podemos hablar a Dios como a cualquier otra persona, eso sí, con mucho respeto?
Hoy quiero invitarte a que entiendas la grandeza de Dios. Quiero animarte a que tu comunión con Dios sea contigo postrado reconociendo quién es Dios y quién es el siervo, quién el Padre y quién el hijo, quién el Pastor y quién la oveja, quién el Creador y quién el creado. ¿Puedes entenderlo?
El leproso entendió que Jesús tenía autoridad y poder para sanarlo, pero también sabía que él no era una persona aceptada por la sociedad por su condición. Espero que todos podamos imitar esta actitud y reconocer que no merecemos pedir nada a Jesús y que en su amor y misericordia ¡Él nos escucha!, nosotros no hemos hecho nada para alcanzar este privilegio tan grande.
Ojalá podamos ser como el leproso que sin tener pena de lo que la gente diga, luchó por acercarse a Jesús y aprendamos a postrarnos ante los pies del Creador dejando atrás nuestro orgullo y el “qué dirán” a un lado. Poder llevar una vida centrada en Jesús y hablar con Él diciendo: Si QUIERES mi Dios…

Oración
Señor: ¡alabado seas! Eres grande y gobiernas sobre todo lo que hay en la tierra y el universo. Perdona mi arrogancia y limpia mis pecados. Gracias por dejar en tu palabra este ejemplo tan increíble de un siervo tuyo que entendió cómo debemos acercarnos a Ti. Hoy postro mi corazón ante Ti y te pido perdón, te doy gracias por QUERER escucharme y por tener cuidado de mí. Quiero reconocerte siempre como mi Señor y Pastor y nunca olvidar quién soy yo y lo que haces por mí. Te entrego mi oración en el nombre de Jesús
Amén

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