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22 jun 2010

Colosenses 4:10

Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos, como también Marcos, el primo de Bernabé. En cuanto a Marcos, ustedes ya han recibido instrucciones; si va a visitarlos, recíbanlo bien.


Te voy a platicar lo que pasó con Marcos. Pablo y Marcos trabajaban juntos en el ministerio del Señor. Como sabemos, Pablo fue fuerte y soportó cualquier tipo de adversidad como el estar preso y aún así continuar compartiendo a Jesús. El caso de Marcos no fue igual. No tenía la misma entereza. No tenía el mismo carácter. Pablo se enoja fuertemente con él y se separan. Algunas iglesias toman estos pasajes para justificar separaciones de sus miembros o incluso para promover la destitución de algunos. Pero si leemos detenidamente el pasaje, nos muestra que Pablo pide a los colosenses que, a pesar de su desacuerdo, lo reciban bien, es decir como de la familia. Pienso que Pablo meditó y recapacitó su desacuerdo con Marcos. Probablemente entendió que Dios es soberano y utiliza distintas personalidades para compartir de su palabra, así que no todos debían ser como él. Es fácil criticar y juzgar los defectos de los demás. Es fácil enojarse cuando ponemos el cien por ciento o más y vemos que otros no hacen lo mismo. Puede ser en tu lugar de trabajo, en un equipo en tu escuela o incluso en tu familia. El punto es que consideramos que, por realizar un mayor esfuerzo y soportar más que los demás, tenemos el derecho de juzgar. Falso. Cada persona es un mundo distinto y solamente Dios es quien tiene el derecho de llamar a cuentas. ¿Quién eres tú para juzgar? Tal vez aquellos que no tienen la misma fuerza han llevado una vida más difícil que la tuya. Y aunque no fuera así, no nos corresponde juzgar. Pabló juzgó a Marcos. Lo rechazó. Pensó que no era útil para el ministerio y prefirió seguir sin él. Algunas veces he estado a favor de Pablo. ¿Cómo trabajar con alguien que no es confiable al cien por ciento? Pero ahora me contesto reconociendo que es en Dios en quien confiamos.
También quiero resaltar la importancia de la unidad en la iglesia de Dios y cómo Pablo buscó fortalecerla al incluir a los discípulos que se encontraban con él y promover la oración entre los unos y los otros haciéndonos entender que somos un solo cuerpo.
Por último, quiero hacer énfasis en la petición de Pablo hacia Marcos: recíbanlo bien. A pesar de nuestros problemas, debemos perdonar. Debemos amar. Debemos entregar nuestros corajes al Señor y no permitir que echen raíces en nuestro corazón. A mi parecer, Pablo lo entendió y por ello pide que reciban a Marcos así. Ahora medita en esto ¿cómo tratas a la gente? ¿Perdonas? ¿Amas? ¿O solamente juzgas y criticas? Sigamos el ejemplo de Pablo con Marcos y reconciliémonos con aquellos que hemos tenido nuestros altercados.

Oración
Padre: te pido que pongas humildad y perdón en mi corazón. Perdóname porque no he buscado tu gloria sino la mía cuando no perdono y prefiero guardar mi orgullo. Te pido que pongas amor en mi para con mi prójimo. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén

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