Vistas de página en total

21 jun 2010

Colosenses 4:7-9

Nuestro querido hermano Tíquico, fiel servidor y colaborador en el Señor, les contará en detalle cómo me va. Lo envío a ustedes precisamente para que tengan noticias de nosotros, y así cobren ánimo. Va con Onésimo querido y fiel hermano que es uno de ustedes. Ellos les pondrán al tanto de todo lo que sucede aquí.


¿Quiénes son Tíquico y Onésimo?
Dos seres humanos como tú y yo. Tenían hambre, preocupaciones y problemas como los que enfrentas cada día. ¿Qué hizo que su vida fuera diferente? Fieles servidores y colaboradores en el Señor. La iglesia (o el cuerpo) de Dios no está formada por personajes célebres y exclusivos. No necesitas cumplir con años y años de estudio para poder formar parte de ella. Tampoco es necesario realizar retiros y vivir aislado para ser considerado un santo y por lo tanto ser digno de poder trabajar para Dios. La iglesia del Señor está conformada por personas que han sido reconciliadas con Jehová a través de su arrepentimiento y reconocimiento de Jesús. Personas comunes que buscan corregir sus pasos y alinearlos con los principios de Dios. No entiendo por qué algunas congregaciones olvidan que todos estamos “enfermos” y necesitamos a Jesús para ser sanados. Congregaciones que ponen parámetros que consideran necesarios para participar en algún ministerio. Lo que pide Dios es un corazón humilde y dispuesto. Busca personas que entregan su vida entera y se dejan dirigir por Él. Estos son Tíquico y Onésimo. Dos personas como tú y yo que haciendo su vida, decidieron darle un giro de ciento ochenta grados y caminar por el camino de Jesús, servirlo y trabajar para Su gloria.
A veces parece sin sentido el leer pasajes como los saludos iniciales y finales donde escriben sobre personas que no figuran mucho en la Biblia y realmente no nos enteramos de qué es lo que hicieron. Pero su vida estaba llena de sentido: servir a Cristo y trabajar para su iglesia. En general solamente nos enteramos de la vida de aquellos líderes que hicieron historia. Escuchamos de Alejandro Magno o de Napoleón pero no escuchamos sobre las miles de historias de aquellos que sirvieron a estos grandes personajes. Nosotros somos esos pequeñitos trabajando para un solo Rey y Señor. Cambiando al mundo con su palabra, pero sobre todo, siendo transformados por su amor, misericordia y gracia. Trabajando para que la gloria siempre sea para Él.
¡Hoy quiero animarte y recordarte que ser parte de la iglesia de Dios es increíble! Recordarte que es para Él que trabajamos y es a Él a quien servimos. Has una pausa. Has a un lado todos tus problemas y recuerda en quién has confiado y a quién has entregado tu vida. Es a Él a quien damos gloria.

Oración
Padre: agradecido estoy por permitirme tener comunión contigo. Gracias por tu amor y misericordia. Gracias por tus bendiciones que siempre son abundantes. Padre, quiero pedirte que no dejes de transformar mi vida. Que siempre pueda servirte y esté al pendiente de cómo servirte aún más. Guíame en tu camino siempre. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén

4 comentarios:

Unknown dijo...

Hola.Estoy agradecido con Dios y con usted por haber encontrado este blog.he encontrado en su interpretación de la palabra gran satisfacción y consuelo.

Tiempo con Dios dijo...

Hola Katerin. Muchas gracias por tu comentario y en especial por compartir que fue de bendición para tu vida. Definitivamente Dios es grande y nos habla de muchas maneras. Lo importante es estar alerta para poder escucharle y obedecerle. Que Dios te bendiga.

Anónimo dijo...

Hola gracias … bendiciones

Anónimo dijo...

Hola gracias … bendiciones