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7 oct 2011

Hechos 15:3-4


Enviados por la iglesia, al pasar por Fenicia y Samaria contaron cómo se habían convertido los gentiles.  Estas noticias llenaron de alegría a todos los creyentes.  Al llegar a Jerusalén, fueron muy bien recibidos tanto por la iglesia como por los apóstoles y los ancianos, a quienes informaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.



Las noticias que anunciaban pueden sonar poco llamativas pero eso dista mucho de la realidad.  Recuerda que los judíos estaban acostumbrados a que Dios se dirigía solamente a ellos.  Además, no se mezclaban con otras personas y tenían muy presente la distinción entre un judío y un gentil.  Cuando se hablaba de gentiles, también se podía pensar que eran aquellos que adoraban distintos dioses.  Entonces, imagina la escena que estamos leyendo.  Llegan Pablo y Bernabé y les informan que aquellas personas con las que no se mezclan y tienen poco convivio, a las que han excluido y adoran a otros dioses, el Señor ha mostrado que la reconciliación también es para ellos.  ¡Algo insólito!  Tenían que transformar su forma de pensar y entender los cambios que estaban suscitándose a través de los planes de Dios.  Lo maravilloso de esta escena es ver que esta noticia trajo gozo y alegría a los creyentes.  No se quedaron atrapados en sus costumbres e ideas.  No cuestionaron ni pusieron estorbos para estos cambios.  Simplemente pudieron ver lo que Dios estaba haciendo y se gozaron en ello.  ¡Cuánto trabajo nos cuesta poder hacer esto!
El Señor trae cambios a nuestra vida y cómo nos encanta aferrarnos a lo anterior.  Pensamos que no es necesario mover nada.  Que así estamos bien.  Nos cuesta trabajo entender que las cosas deben ser distintas y que Dios está trabajando a nuestro alrededor (y en tu interior) y esto significa cambio.  La palabra de Dios nos recuerda que seremos transformados todos los días hasta que seamos llamados o Él venga nuevamente.  ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo dejar atrás nuestra forma de pensar y entender que Dios necesita empezar de cero?
Los hermanos que se regocijaron en las provincias pudieron lograr este cambio por una sola razón: Dios estaba en primer lugar en su vida.  ¿Lo repito?  Dios ocupaba el primerísimo lugar en su mente y en su corazón.  Si Dios manda esto, Él sabe lo que está haciendo y seguro traerá bendición.  No lo entiendo bien pero el Señor sabe más que yo.  Algo así pudieron haber pensado los hermanos en Fenicia y Samaria.
¿Estás estorbando el trabajo de Dios por no ceder el trono de tu vida?  ¿Sigues pensando que es mejor decir no al cambio que Dios quiere en tu vida?  Es muy importante que medites y puedas ser honesto.  Tal vez estás siendo necio y por ello no estás entendiendo lo que Dios te está mostrando.  Hoy te animo a vivir diferente.  A vivir dejando que el Señor sea el Rey de tu vida y tú puedas gozarte con todo lo que vaya mostrando.  ¿Estás dispuesto a ceder el primer lugar y entregarlo a Jesús?

Oración
Señor y Padre: te entrego mi vida y te pido que Tú reines en ella.  Ahora entiendo que he sido necio y que no veo tu trabajo porque sigo pensando en mí primero.  Quiero vivir en tu gozo y confiado que Tú tienes el control y que tienes cuidado especial de mí.  Gracias por tu amor y misericordia.  Perdona mis pecados.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén.

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