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16 nov 2011

Hechos 16:27-32


Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar pensando que los presos habían huido.  Mas Pablo clamó a gran voz diciendo: no te hagas ningún mal pues todos estamos aquí.  El entonces pidiendo luz se precipitó adentro y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?  Ellos dijeron: cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa.  Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.



Una injusticia había llevado a los discípulos a lo más profundo de la cárcel.  Pareciera no tener sentido que haciendo algo bueno te pase algo malo.  Aun así, ellos se encontraban en lo más profundo del calabozo como si fueran los peores delincuentes.  Ellos no sabían qué esperar.  Tampoco sabían que habría un terremoto y que todas las celdas se abrirían.  Así, tú y yo no tenemos idea de lo que sucederá en nuestras vidas y por ello comenzamos a angustiarnos y la preocupación comienza a robarnos la paz y nuestra comunión con Dios.  ¿Te ha pasado?  
Vuelve a leer el pasaje y si puedes el capítulo entero para que te des cuenta de todo lo que tuvo que pasar para que los discípulos se encontraran en el lugar correcto en el momento correcto.  ¡Qué ironía!  Ese lugar y momento correcto era el fondo de un calabozo y encarcelados por una injusticia.  Así también Cristo estuvo en el lugar y momento correcto cuando fue crucificado por nosotros.  Cuando veo estas similitudes, comienzo a entender que no se trata más de mí sino de Dios.  No se trata de que yo esté cómodo sino de que Cristo sea anunciado.  Se trata de obedecer y servir.  Entiendo que atravesaré circunstancias ilógicas, injustas y sin ningún beneficio físico, pero que a través de ellas, creceré espiritualmente y se podrá anunciar el evangelio para que otras personas puedan creer en él.  ¿Lo puedes entender?  Te lo repito.  No se trata de ti ni de mí sino de Dios.  Por esta razón, los discípulos alababan a Cristo mientras estaban en un calabozo.  Por esta razón tú puedes tener paz mientras todo a tu alrededor está de cabeza.  Deja de pensar en ti.  Deja de ser víctima o mártir.  Todo se centra en Dios, no en ti.  Te puedo asegurar que lo que te pasa puede ser utilizado para dar gloria al Señor, pero para ello, primero debes morir a ti y entregarte a Él.  Si has perdido a un ser querido, tal vez pueda ser utilizado para que des consuelo a aquellos que atraviesan algo similar.  ¡Piénsalo!  ¿Cuánto tiempo vas a querer estar recibiendo consuelo?  ¿Cuándo vas a empezar a dar de ti para que otros también sean consolados?  He escuchado historias que realmente son desgarradoras e incomprensibles.  Hoy, las “víctimas” alaban a Dios y volverían a pasar por esos momentos terribles, con tal de estar hoy sirviendo al Señor.  No se trata de ti ni de mí sino de Dios.  Solamente así podemos vivir en obediencia, en su paz y en su gozo.

Oración
Señor: definitivamente vivo para mí y no está bien.  Hoy quiero pedirte que me transformes y pueda vivir para Ti.  Quiero dejar de pensar en mí y comenzar a preguntarme qué quieres que haga para servirte.  Renueva mi mente y mi corazón mi Señor.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que tal buen dia,,, la verdad estoy muy agradecido con Dios, pues gracias a el, y atravez de ti, nos das esas palabras que nos enseña y nos edifica, Gracias. que Dios te siga bendiciendote como hasta ahora, solo una cosa, porque a veces no posteas a diario??? pues a veces me quedo picado en la lectura...

saludos.

r.grafic@hotmail.com dijo...

QUE TAL.


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