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30 jul 2012

Hechos 28:15-16



Los hermanos de Roma, habiéndose enterado de nuestra situación, salieron a hasta el Foro de Apio y Tres Tabernas a recibirnos.  Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo.  Cuando llegamos a Roma, a Pablo se le permitió tener su domicilio particular, con un soldado que lo custodiara.


Cuando leemos la vida de Pablo, resulta fácil pensar que es una especie de súper hombre con cualidades y características distintas a nosotros.  ¿Cómo puede una persona soportar y reaccionar como él lo hizo?  ¿Cómo pudo mantener su testimonio tan en línea con Jesús?  ¿Cómo es posible que haya hecho todo lo que hizo?  La verdad es que es normal cuestionar todo esto.  Aquí es donde los que seguimos a Jesús encontramos nuestra esperanza: todo lo puedo en Cristo que me fortalece.  No somos más nosotros solos tratando de cambiar con buenas intenciones sino que somos transformados y renovados por el Espíritu Santo que vive en nosotros.  Constantemente vivimos un cambio que se desarrolla desde el interior de cada uno de nosotros y comenzamos a decidir de manera distinta y por consecuencia vivimos de manera distinta.  En el pasaje vemos que hermanos que vivían en Roma fueron a recibirlos.  La distancia que tuvieron que recorrer es mayor a 50 kilómetros para llegar al Foro.  Esto nos dice la alegría que tenían de ver a aquél que les había escrito la epístola con tanto amor y con tanta dirección que necesitaban.
Pero por otro lado, vemos a un Pablo muy humano: estaba cansado y sin ánimo.  No es sino hasta que es recibido por los hermanos que el pasaje nos dice que pudo animarse nuevamente.  ¡Estaba cansado!  Tal vez estaba preocupado también por lo que vendría.  ¡Es humano!  ¡Es como tú y como yo!  Se angustia.  Se entristece.  Se alegra.  Y sobre todo, necesitaba la ayuda de los hermanos.  Necesitaba recibir aliento y ánimo de los creyentes.  ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo?  ¿Por qué querer aguantar todas las cargas solos?  El mismo Pablo, necesitó de los hermanos para recobrar fuerzas.  ¿Tú no necesitas de un hermano que te ayude, escuche y entienda?  Es importantísimo apoyarnos en los demás.  Debes tener alguien que te ayude en tu vida espiritual.  Debes tener una persona que te aconseje conforme a la palabra de Dios.  ¡Lo necesitas!  Si bien, puedes aguantar mucho solo, ¿Qué necesidad de vivir así?  En el pasaje vemos que los hermanos traen ánimo a Pablo, ¡Hagamos lo mismo con nuestros hermanos que hoy están así!  No seas de los que acuden a la iglesia para recibir.  ¿Lo entendiste?  Te lo repito.  No vayas a la iglesia para recibir.  Cristo dejó el ejemplo diciendo que vino para servir y no para ser servido.  Por esta razón, nuestro día a día debe ser de servicio en lugar de buscar ser servidos, pero más aún cuando nos reunimos con hermanos.  ¡Nuestro servicio debe ser mayor!  ¿Cuántas personas acuden a una predicación, la escuchan, se llenan y se van?  En lugar de ser así, es momento de cambiar y entender que nos corresponde servir, llevar ánimo a los que lo necesitan, abrir nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón para encontrar a todos aquellos que hoy necesitan una oración, un abrazo o simplemente un recordatorio de que el Señor está al pendiente de ellos.  ¡Es momento de decidir!
Oración
Padre: mi decisión es contigo.  Quiero seguir a Jesús, quiero que transformes mi vida y quiero servirte en todo lo que haga.  Abre mis ojos y permite que vea las necesidades de mis hermanos y que pueda ser de ánimo y consuelo para ellos.  Ayúdame a ser sencillo también para reconocer que necesito ayuda también para seguir adelante.  Gracias Señor por tu misericordia y tus bendiciones.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén 

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