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17 jul 2012

Hechos 27:30-32


En un intento por escapar del barco, los marineros comenzaron a bajar el bote salvavidas al mar, con el pretexto de que iban a echar algunas anclas desde la proa.  Pero Pablo les advirtió al centurión y a los soldados: si ésos no se quedan en el barco, no podrán salvarse ustedes.  Así que los soldados cortaron las amarras del bote salvavidas y lo dejaron caer al agua.


Necedad e incredulidad.  Estos son verdaderos enemigos de nuestra comunión con Dios.  Escuchamos en una predicación o leemos en la biblia que debemos tener fe, que Cristo nos ama y tiene planes increíbles para nosotros.  Lo creemos y tomamos esperanza.  Pero no mucho tiempo después, recordamos que estamos en una tempestad y tratamos de tomar cualquier salida a como de lugar.  Dios ya nos había dado instrucciones y mostrado que saldríamos adelante.  ¿Por qué nos rebelamos y no esperamos Sus planes?  ¿Porque siempre queremos que todo se resuelva tan rápido?  He escuchado que las últimas generaciones tenemos menos capacidad de espera pues el mundo se mueve más rápido que antes.  La verdad es que no creo que sea cierto y el ejemplo lo tenemos desde hace más de dos mil años con estos marineros que buscaron salvar su vida utilizando los recursos que tenían frente a ellos en lugar de confiar en el Señor y su promesa.  ¡Seamos honestos!  Nosotros hubiéramos tratado de hacer lo mismo.  Son este tipo de situaciones las que nos llevan a la madurez espiritual.  El centurión y los soldados lo entendieron y por eso frenan lo que estaban haciendo los marineros.  Recuerda que Pablo advirtió lo que vendría si se embarcaban y el centurión junto con el dueño del barco decidieron hacer caso omiso.  Ahora, el centurión estaba convencido que lo que dijera Pablo era de gran importancia para sus vidas y prácticamente le obedeció al frenar a los marineros cortando las amarras del bote salvavidas.  Ahora, ¿qué necesitas para escuchar a Dios y convencerte?  Debemos ser honestos y reconocer que, como el centurión, no quisimos escuchar las primeras advertencias que fueron sutiles y fáciles.  Debemos aprender a reconocer nuestros errores.  A reconocer que somos orgullosos y necios al no confiar en la palabra de Jehová.  Debemos estar alerta y reconocer cuando nuestro yo interior se pone en el trono y desplaza al Señor tomando decisiones en contra de Su voluntad.
Hoy quiero animarte a que no sigas como antes.  Quiero animarte a que confíes en Jehová y no olvides sus palabras con la primera tormenta que se atraviese por tu vida.  Él y sus palabras permanecen cuando todo lo demás perece.  Él era, es y será.  Él gobierna sobre todo lo que existe.  Pero sobre todo, Él te ama y quiere tener una comunión extensa contigo.  No quiere ser un dios que está a lo lejos sino un Dios que reina en tu vida y te muestra sus planes maravillosos que tiene para ti.  No trates de tomar el bote salvavidas o la salida rápida.  Espera.  Confía.  Deja que Dios tome el control de tu vida y espera a que amanezca bajo Su voluntad.  Él te abrirá puertas que nunca habías pensado.  Él trazará caminos que pensabas no existían.  No caigas ante la tentación ni la desesperación.  Sus promesas se cumplen y quiere demostrártelo.  
Oración
Señor y Padre amado: cuántas gracias te doy por tu amor.  Cuántas gracias te doy por darle esperanza y sentido a mi vida.  Gracias por fijarte en mí.  Te pido perdón por mi falta de fe.  Quiero vivir conforme a tu palabra y aprender  esperar en tus promesas.  Quiero estar en comunión constante contigo y te pido que quites de mi vida todo aquello que te estorba.  Gracias mi Señor en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

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