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18 feb 2014

Hebreos 1:10-12

También dice: Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y el cielo es obra de tus manos, ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre.  Se desgastarán como un vestido, los doblarás como un manto, y cambiarán como ropa que se muda; pero tú eres siempre el mismo, y tus años nunca se acabarán.       



A lo largo de la historia, han existido teorías que hoy en día nos parece increíble pensar que tuvieran validez.  La tierra era considerada plana y se creía que el sol giraba alrededor de ella.  Si avanzamos un poco más, se pensaba que el átomo era la partícula más pequeña.  Y así, conforme han pasado los años, vamos conociendo más y más sobre aquello que nos rodea y eliminando teorías equivocadas.  Sin embargo, tal y como la biblia nos dice, mientras todo es mutable, Dios es inmutable.  Las generaciones cambian.  Nuestro conocimiento cambia.  Nuestra manera de entender lo que nos rodea cambia.  Sin embargo, Dios sigue y seguirá siendo el mismo.  En estos versículos vemos a Dios Padre hablar de Dios Hijo como el medio a través del cual se creó la tierra y cómo el tiempo no tiene ningún poder sobre Él. 
¿De qué nos sirve entender esto?  Últimamente he escuchado opiniones de líderes que hablan sobre la “edad” de la biblia como si esto la descartara para ser utilizada hoy en día.  “Es un gran libro pero no aplica a nuestra época”.  ¿Será cierto?  ¿Será que Dios no es tan perfecto como pensábamos?  Tal vez Nietzsche tenía razón al decir que Dios había muerto.  Así, las distintas teorías comienzan a salir.  Las noticias nos dicen: tal persona dijo esto y tal persona dijo aquello.  Se hace gran alboroto cuando se cambia de parecer y se cuestiona todo.  Sin embargo, la biblia nos dice que Dios no cambia.  Por lo tanto, su palabra tampoco cambia.  ¿El problema?  La gente dice lo que piensa y lo que entiende en lugar de lo que Dios dice.  ¡Esa es una gran estrategia de Satanás!  ¿Recuerdas cómo se acercó a Eva?  Cuestionando lo que Dios había dicho con respecto al huerto del Edén.  ¿Recuerdas cómo tentó a Jesús?  Cuestionando lo que la biblia dice.  Ahora, utilizando estos dos mismos ejemplos, vemos resultados totalmente opuestos.  Mientras Eva se dejó envolver entre lo que le decían y ella recordaba, Jesús utilizó la palabra misma para mantenerse firme.  ¿Coincidencia?  ¡Por supuesto que no!  Es Dios mismo enseñándonos cómo debemos conducirnos.  Mucha gente cuestiona hoy el matrimonio.  Cuestiona a la religión y la homosexualidad.  Cuestiona la existencia del cielo o el infierno.  Mientras tanto, ¿cómo debemos reaccionar nosotros?  Imitando a Jesús.  Acudiendo a la palabra y compartiendo lo que ella dice.  No cayendo en discusiones de lo que yo pienso sino lo que Dios dice.  A Jesús le preguntan los fariseos sobre el divorcio queriendo tenderle una trampa.  ¿Qué responde Él?  En Mateo 19 vemos que acude a lo que estaba escrito en Génesis 1:27  Podía haberles contestado: hipócritas, quieren justificar su forma de vivir.  Sin embargo no hizo eso.  Nos dejó el mejor ejemplo.  Acudió a la palabra y esa fue su respuesta.  Allá afuera quieren confundirte.  Quieren hacerte pensar que las cosas han cambiado tanto que la biblia no tiene sentido hoy en día.  Error.  La biblia es la palabra de Dios y Él no ha cambiado ni cambiará.  Debemos cuidarnos de lo que se habla y se dice, debemos estar firmes en la palabra y entender que cuando entramos en alguna discusión o se cuestiona a Dios, lo más importante es, como lo hizo Jesús, hablar la palabra misma.  Ella es inmutable y perfecta mientras que nosotros no.

Oración

Señor: gracias.  Tu palabra abre mi entendimiento y le da sentido a mi vida.  Te pido pueda ser sabio y aprender siempre de ella para que mis principios siempre estén en línea con tu voluntad.  Te pido que mis palabras sean tus palabras y mis actos sean en servicio a Ti.  Hoy entiendo que puedo escuchar muchas cosas en tu contra pero que al venir a Ti a través de tu palabra, veo que son opiniones de aquellos que ni siquiera te conocen.  Gracias Señor por amarme y cuidarme.  Te pido perdones mis pecados.  En el nombre de Jesús.  Amén. 

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