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27 feb 2014

Hebreos 2:10

En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien y por medio de quien todo existe, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos. 



En los últimos años, hemos presenciado movimientos de distintos países alzando su voz para exigir un cambio.  Algunas personas fallecieron.  Otras, como los comerciantes, sufrían mientras la inestabilidad reinaba o, si su negocio se encontraba donde las manifestaciones y encuentros con militares ocurrían, simplemente no podían siquiera acercarse.  Imagina el sacrificio.  Una de las novelas más conocidas, Los miserables de Víctor Hugo, habla justamente del sacrificio que se realiza al buscar mejorar una situación.  Hay mucho que perder y muchas veces no alcanzamos a vivir el cambio.  ¿Sabes qué nos dice el versículo 10 de Hebreos 2?  Que Cristo tuvo que sufrir por cada uno de nosotros para un fin futuro.  Así como los “revolucionarios” sacrifican su vida para mejorar la de los demás y, de mantener la suya, también disfrutar de los beneficios de esa batalla, Cristo, siendo Dios, se hizo hombre.  No tenía que hacerse hombre.  Podía seguir en el cielo y continuar con los sacrificios.  Pero había un plan mejor.  Un plan que nos demostraría un amor incondicional.  Un amor que sobrepasa todo entendimiento.  Un plan que nos acercaría un paso más al Creador.  Por ello Cristo se hace hombre.  Cien por ciento hombre.  Carne y hueso.  Vino con un propósito en específico: perfeccionar mediante su sufrimiento nuestra salvación.  Dios quiere llevar a muchos hijos al cielo.  ¡Eso es lo que la biblia dice!  No quiere castigarnos.  No es un Dios autoritario.  No es un Dios alejado y desinteresado.  Dios es la esencia misma del amor y lo derrama sin restricción sobre ti y sobre mí.  Son palabras con mucho poder.  ¿Lo puedes entender?  Tú y yo no hicimos nada para merecerlo.  Al contrario.  Solamente le fallamos y le dimos la espalda.  Sin embargo, Él decidió amarnos primero y buscarnos constantemente.  Decidió enviar a su Hijo para alcanzarnos y ofrecernos la reconciliación a través de su muerte y resurrección.
A pesar de tan increíble amor que se demuestra hacia nosotros, muchas veces preferimos dar la espalda y seguir nuestro camino.  No queremos entregar nuestra vida o partes de ella.  Dudamos.  Pensamos que ya estamos bien.  ¿Para qué cambiar?  Sin embargo Cristo sacrificó su vida entera.  No pagó con años de prisión o con algún miembro de su cuerpo.  Se entregó por completo por ti.  Hagamos lo mismo por Él entregando nuestra vida sin restricción.  Es normal que dudemos y tengamos miedo.  Pero eso no debe frenar nuestra entrega. 
Seguramente conoces personas que no han aceptado a Cristo.  Ora por ellas y sobre todo, comparte esta noticia.  Comparte que Cristo se sacrificó por su vida.  Comparte que los ama.  No es fácil aceptar que somos pecadores pero la palabra y gracia de Dios penetran en lo más profundo de nuestro corazón removiendo absolutamente todo.  Así que comparte su palabra y confía en que Él tocará esos corazones.

Oración

Señor: gracias por el sacrificio que hizo Jesús.  Gracias por permitirme ser llamado tu hijo.  Te pido perdón porque no he entregado mi vida entera y te he limitado.  Hoy vengo a Ti para que tomes control completo de mí.  Sé que tu camino es lo mejor para mí y no quiero que el miedo y la duda me dejen afuera.  Gracias Señor por amarme.  Te pido me llenes de tu paz y que pueda vivir confiado en que Tú estás al frente guiando cada paso que doy.  Gracias en Cristo Jesús.  Amén  

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