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9 ago 2016

Salmos 29:3-4 La voz del Señor está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria, el Señor está por encima de las aguas impetuosas. La voz del Señor resuena potente; la voz del Señor resuena majestuosa.

Hace muchos, muchos años, mientras estaba con mi familia de vacaciones en la playa, recuerdo que empezó a llover y no paró por mucho tiempo.  De repente, al asomarnos al balcón, comenzamos a ver que los coches que estaban estacionados cerca del mar comenzaron a ser arrastrados y literalmente el mar se los estaba tragando.  Un coche entero se lo llevaba el agua como si fuera algo tan liviano como una hoja.  Han pasado más de treinta años de este suceso y no lo puedo olvidar por el impacto que creó en mí.  Tanta fuerza.  Tanto poder.  Tan insignificantes nosotros y tan majestuoso el océano.  Mientras meditaba en el pasaje de hoy, recordaba la inmensidad del mar y cómo Dios está por encima de él.  Estos versículos están escritos para que podamos dar dimensión a Jehová.  Para que nuestra mente tenga un poco de idea de su inmensidad, gloria y soberanía.  ¡Esa es la voz del Señor!  Solamente su voz es así de impactante.  Imagina cuando se habla del resto de su presencia…  ¿Sabes?  A veces nos ahogamos en un vaso de agua.  Pensamos que no hay salida.  Pensamos que no tenemos opción.  Tal vez te sientes solo.  Tal vez te sientes deprimido.  Puede ser que estés atravesando enfermedad, adicción o una separación.  Todo esto nos hace pensar que el panorama es negro y no podemos hacer nada al respecto.  Pero no termina ahí.  Hoy quiero decirte que hay un Dios que, además de ser Todopoderoso, que cuando habla es mucho más imponente que el mar o los truenos, te ama y quiere tener comunión contigo.  Quiere traer esperanza a tu vida.  Quiere darle sentido a tus días.  Quiere darte dirección para que no andes sin rumbo.  El día de hoy debemos meditar en la grandeza del Dios en el que creemos y confiamos.  Su voz está sobre las aguas y resuena potente y majestuosa.  Esa gran voz pertenece al Dios único y soberano que nos ama como nadie nos ha amado y nos busca como nadie nos ha buscado.  ¿No te parece increíble?  Hace unos días una persona se quejaba de un vecino que era cristiano y estaba compartiendo de Dios con todos.  “Quiere convertir a todo el edificio” me dijo.  Tristemente no dije nada.  Después pensé: ¿Qué tiene de malo que esté buscando compartir su fe?  Está queriendo compartir las bendiciones que ha recibido con los demás.  Cuando alguien nos recomienda un restaurante nadie se queja diciendo: por qué insiste tanto en que vayamos a comer a tal lugar.  Pero cuando alguien habla de Dios, de repente todo cambia.  Incomoda a la gente y ahora resulta que mejor debemos quedarnos callados.  ¿Cómo callarnos ante tal majestuosidad?  La misma biblia nos dice que una lámpara no se pone debajo de la mesa.  Nuestro deber es ser luz en un mundo de tinieblas.  Nuestro deber es llevar el evangelio a cada rincón para que la gente pueda escuchar esa voz magnífica y poderosa y se reconcilien con Dios.  Piénsalo.

Oración

Padre: gracias por ayudarme a tener un mejor concepto de tu majestuosidad y poder.  Gracias por amarme primero y permitirme acercarme a Ti.  Te pido no me olvide de esto cuando los días sean oscuros y mi ánimo esté bajo.  En Cristo Jesús.  Amén

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