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21 ago 2009

Santiago 3:1

Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con mayor severidad.


Si mi memoria no me falla, Aristóteles o Platón proponían que los puestos de gobierno debían ser tan demandantes en cuanto a principios, exigencia intelectual y física que solamente los más aptos y entregados serían los dispuestos a tomar estos roles. Como siempre, la palabra de Dios propone una forma diferente. Aquellos que seguimos a Cristo, debemos entender que, el trabajo que se realiza para Dios, ej. Evangelización, discipulado, oración, etc., comienzan con el principio de la gracia y misericordia. No por ser el más apto, el más valiente o el más inteligente, Dios te pondrá en frente de su iglesia. Dios utiliza a los de corazón sencillo y dispuesto a entregarse, a aquellos que permiten que Él sea quien comience el trabajo, lo dirija y lo termine.
Es probable que, en la época de Santiago, las iglesias comenzaran a ver en sus integrantes, un deseo por tener algún “puesto”. Si bien, el deseo de trabajar para el Señor es excelente, buscar una posición por la posición en sí, no está bien.
Como en cualquier trabajo, todo lleva una responsabilidad y Santiago quería dejar claro que en la iglesia del Señor también. La instrucción o “advertencia” es corta y precisa: “ser maestro tiene mucha responsabilidad y Dios es el supervisor y a quien se le rinde cuentas”.
¿Por qué serán juzgados con mayor severidad? Porque un maestro puede ser causa de tropiezo para muchos. Porque su responsabilidad es mayor.
Quiero hacer énfasis en que, entregar tu vida al servicio de Dios, es una gran bendición. Lo que Santiago trata de aclarar es que no debemos buscar el puesto de maestros o servidores por el reconocimiento o cualquier propósito personal sino para el servicio al Señor. Además, es de gran importancia que tengamos presente como iglesia, que, aunque no veamos a nuestro “jefe” directamente, Él es quien se encarga de ir acomodando las piezas de su “empresa” y de exigir a cada uno de nosotros sobre lo que se nos ha dado.
En mi parecer, cualquier persona que dice creer y seguir a Dios, tiene ya una gran responsabilidad de actuar conforme a su creencia sabiendo que también será llamado a cuentas.
Quiero animarte a trabajar para Dios, a entregar tu vida al servicio de la obra del creador. Que no te desanime la exigencia. Créeme, la bendición es mucho mayor. Maestros y personas con responsabilidades en la iglesia del Señor: entiendan su responsabilidad. Congregantes: no busquen ser maestros sólo por el puesto en sí, búsquenlo por su amor al Señor y deseo de entregar su vida a Él.

Oración
Padre Santo: te pido perdones mis pecados. Te quiero dar gracias por permitirme tener comunión contigo. Ayúdame a entender que es una responsabilidad muy grande el trabajar para Ti y guíame para hacerlo de manera correcta. Perdona si he buscado servirte por beneficio o deseo personal. Te pido escuches mi oración, en el nombre de Jesús,
Amén.

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