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5 ago 2009

Santiago 2:5

Hermanos míos amados, oíd: ¿NO ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?


¿Por qué escogió a los pobres y no a los ricos? ¿No sería más fácil llevar un plan con aquellos que tienen más recursos y mucha influencia? Recuerdo cuando era pequeño y se realizaba alguna actividad en equipo, como jugar fútbol, era común el que se escogieran dos capitanes y todos los demás quedaban separados. Estos capitanes tenían la responsabilidad de escoger lo mejor posible a aquellos que integrarían su equipo (¡la finalidad es ganar!). Después de esto, empezaba la selección. Tú, y luego tú, y el de allá atrás, mi mejor amigo, este que vi que jugaba bien, mmm, ya no quedan muchos buenos, ¡uff! me acuerdo que este que queda ni siquiera sabía pegarle a la pelota, ¡qué mal! Solo queda este que ni correr puede… está bien, tú (si puedes quédate en una esquina y trata de no estorbarnos).
Obviamente siempre quieres ser de los primeros que escogen, ser de los últimos significa un fracaso… A nivel profesional se sigue haciendo algo similar donde los mejores jugadores son los primeros en ser escogidos. En el ámbito laboral, existen personas llamadas headhunters o cazadores de talento, que se dedican a buscar a los más calificados para algún puesto en especial. En el mundo en que vives, la selección para cualquier actividad siempre está basada en lo que puedas desarrollar como persona. Por tus características, tu físico y tu mente. Pero ¿qué escogió Dios? ¿Cómo realizó su selección? ¿Qué tan diferente la hizo de lo que nosotros lo hacemos? ¿Debemos aprender de su forma de escoger?
Definitivamente Dios hace sus selecciones muy diferentes a nosotros y hay mucho que aprender. Él se encargó de escoger con mucha sutileza y detenimiento. No mandó headhunters sino que a cada uno de nosotros nos pasó por su lupa que puede ver el corazón y lo que hay en nuestros pensamientos. No importó el físico ni la posición económica, tampoco las recomendaciones o las actividades que hayas realizado. Simplemente te amó, tuvo misericordia de verte perdido y te buscó para reconciliarte con Él.
En términos coloquiales, para Dios somos los que nadie quería escoger. Somos aquellos que no sabían pegarle a la pelota o que no corrían bien o simplemente los que no son muy aceptados (1ª Corintios 1:27-28). No tienes nada de especial más que el amor de Dios en ti. Piénsalo por un momento: ¿qué puede necesitar Dios de ti? ¿Acaso no le has fallado en muchas ocasiones? Toda esta selección de Dios tiene un propósito: que Él reciba la gloria de todo lo que hace. Cuando humillas tu corazón y entiendes que realmente no tienes nada que ofrecerle a Dios y puedes comprender que realmente eres de los últimos que debió de haber sido escogido en el equipo del Señor, entonces Dios puede comenzar a trabajar contigo y utilizarte para que hagas su obra. Los pobres y no los ricos son los escogidos. No son los que llaman la atención para si mismos sino los que dejan que sea Dios quien brille en sus vidas.

Oración
Padre: gracias. Gracias por amarme sin merecerlo y por reconciliarme contigo a través de Jesús. Te pido que pueda entender tu mensaje de hoy y que mi orgullo no estorbe para que trabajes en mi corazón. No es fácil entender que no tengo nada especial y que soy pobre, pero que ese es tu plan para que seas Tú quien reciba la gloria y no yo. Te pido que mi vida sea de testimonio para las demás personas y puedan voltear a Ti y reconocerte. Oro a Ti en el nombre de Jesús
Amén

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