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12 nov 2010

Hechos 4:11

Jesucristo es “la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser piedra angular”.

El día de ayer vi un documental del imperio romano. Dentro de sus múltiples logros, uno de los más imponentes fue el desarrollo de construcciones más allá de lo antes visto. ¿El descubrimiento? El arco. Gracias a la distribución en el peso a través del arco, los arquitectos pudieron diseñar formidables estructuras que hasta el día de hoy nos siguen llenando de asombro. Lo interesante viene con la forma en la que se construye un arco. Se coloca piedra sobre piedra y las sostiene una estructura de madera para que puedan darle el ángulo deseado. Pero llega un momento en el que se pone la piedra que irá en el centro llamada la piedra angular. Tenía que ser perfecta y sería la responsable de sostener la forma del arco. Una vez puesta la piedra angular, podían retirar la estructura de madera que mantenía el arco en su lugar y se mantendría en pie por sí misma. Los romanos sabían de la importancia de la piedra angular y por ello Pedro les explica a través de una analogía cómo desecharon la piedra más perfecta y preciosa que pudo haber existido y la hicieron a un lado.
En nuestra vida también utilizamos distintas “piedras”. Me explico mejor. Cuando crecemos, vamos “construyendo” con lo que tenemos enfrente para poder satisfacer nuestras necesidades. Algunos buscan reconocimiento y fama. Otros poder y riqueza. Otros familia y salud. Y así dentro de muchas otras opciones, vamos tomando distintas “piedras” que tenemos en el camino e intentamos vivir lo mejor posible. ¿El problema? Nos llenamos de tantas que no le damos espacio a la más importante de todas: Jesús (la piedra angular). El mejor ejemplo de cómo nos llenamos de piedras que no nos sirven lo encuentro con algunas celebridades que terminan con su vida. Se llenaron de piedras como la fama, el dinero, cualquier tipo de comodidad, cualquier placer lo tuvieron a su alcance. Todo lo que podamos pensar estuvo a su disposición. ¿El final? Lo ves en las portadas de las revistas hablando de sus adicciones, divorcios, problemas familiares o tristemente algún suicidio. ¿Por qué los vemos como héroes o deseamos sus vidas? Seamos sabios y no tomemos las mismas “piedras”.
A veces las piedras son grandes y es fácil percatarnos de cuánto nos estorban en nuestra comunión con Dios. A veces son sutiles y difíciles de encontrar o aceptar. Medita en esto: Jesús es la piedra perfecta que puede sostener tu vida de manera equilibrada. Es el único que mostró su amor a través de su muerte para reconciliarte con Dios Padre. ¿Por qué no sueltas unas cuantas piedras y le permites a Jesús que comience a dar equilibrio a tu vida a través del perdón de pecados y la reconciliación con Dios?

Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados. Creo que Jesús murió por mí y que solamente a través de Él hay salvación. Te pido Señor que seas la piedra angular de mi vida y me lleves por tu camino pues el mío está torcido. Transfórmame. En Cristo Jesús te lo pido
Amén

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