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15 ene 2013

Filipenses 1:29-30


Porque a ustedes se les ha concedido no sólo creer en Cristo, sino también sufrir por él, pues sostienen la misma lucha que antes me vieron sostener y que ahora saben que sigo sosteniendo.



Hay una frase en inglés que se utiliza para el deporte y dice: sin dolor no hay ganancia (no pain, no gain).  Si tu entrenamiento duele, si te levantas al día siguiente adolorido, si estás pensando en parar porque tu cuerpo está cansado y en esos momentos recuerdas que sin dolor no habrá ganancia, te motiva a seguir.  Te recuerda que el camino y la preparación para una carrera, una prueba o simplemente vivir más sano, cuesta trabajo y el cambio no se realiza milagrosamente.  Duele.  Es difícil.  Involucra sacrificios.  Recuerdo cuando era niño que competía en natación.  Me encantaba nadar.  Creo que mis entrenamientos eran de dos horas y luego aumentaron con una hora afuera de la alberca.  También recuerdo que en algún momento querían que fuéramos en la mañana y en las tardes.  Además, las competencias eran jueves,  viernes, sábado y domingo.  Esto hacía que no pudiera ir a las fiestas de mis amigos o a donde fuera que me invitaran ese fin de semana.  Tenía que sacrificar algo.  Tenía que haber dolor.  Tenía que haber sufrimiento.  Pero ese sacrificio llevaba a un buen resultado.  De la misma manera sucede con nuestra vida espiritual.  Sin dolor, no hay ganancia.  Debemos aprender a entregar nuestra vida al Señor y muchas veces cuesta más trabajo del que nos imaginamos.  Duele más allá de lo que estábamos preparados.  Nos dice Pablo que no solamente se nos ha concedido creer y ser hijos de Él sino también vamos a sufrir por Él así como él ha venido sufriendo.  
¿Pero cuál es ese sufrimiento?  ¿Lleva algún beneficio o logro?  A veces el Señor decide ponerte un jefe que simplemente no puedes tolerar.  Tiene todo aquello que no debería tener un jefe y sin embargo tiene un mejor puesto que tú y le tienes que rendir cuentas.  Cada día que te levantas, te pesa el ir a tu trabajo.  Sufres pues necesitas el dinero y no sabes qué más podrías hacer.  Si quieres aprender a sufrir por el Señor, entonces debes aprender a humillarte y reconocer que Él tiene la autoridad para que tengas el jefe que sea y que es el jefe que necesitas para transformar tu carácter.  ¿Lo puedes ver?  Lo que parece un sufrimiento, con la mira espiritual se transforma en ganancia.  Pablo no era un tonto que le gustaba sufrir.  Mantenía esa lucha por el Señor porque conocía los resultados.  Asimismo nosotros debemos experimentar el sufrimiento de entregar esa parte de nosotros que tanto trabajo nos cuesta y dejar que el Señor haga el resto (estoy seguro que si eres honesto, sabes perfectamente lo que Dios quiere trabajar en tu corazón)  Solamente así podremos llegar a una ganancia a través del sufrimiento.  El sufrimiento es una buena señal de tu entrega y servicio al Señor.  Mientras más sufres obedeciendo, más transformación está sucediendo en tu vida.  Mantente pegado a su palabra, no desmayes ni te desesperes.  Tal vez no lo veas ahora tan claro pero el Señor está trabajando en ti y en los que te rodean.  La gente que está a tu alrededor te está viendo reaccionar ante lo que te sucede.  Están analizando cada respuesta que tienes.  Aprovecha cada evento, por difícil que sea, para entender que ese sufrimiento servirá para dar gloria al Señor y además traerá bendición a tu vida.  Pablo nos dice que se nos ha concedido creer y sufrir por el Señor.  Esto quiere decir que sufrir es bueno.  Nuestro Padre nos ama como nunca podremos entenderlo.  No lo olvides.  Es probable que te estés ahogando en un vaso con agua.  No te desanimes.  Pon tu mirada en el Señor y pide porque puedas aprovechar cada instante, por más difícil que parezca, para servir y dar gloria a Cristo.  Aprendamos a sufrir en obediencia y en entrega para que el evangelio sea anunciado no solo con palabras sino con ejemplo de carne y hueso en nuestra propia vida.

Oración
Señor: creo en ti y quiero sufrir por ti.  Quiero vivir en tu voluntad y que mi vida pueda servir de ejemplo para otros de lo increíble que es vivir sirviéndote.  Te pido que mi ejemplo ayude a que otros se acerquen a ti y no sea al revés.  Te pido también que me fortalezcas y me llenes de tu paz pues a veces las pruebas me confunden y el sufrimiento no me deja ver claramente.  Hoy pongo mi mirada y mis fuerzas en Ti para que seas tú quien decida y dirija.  Gracias en el nombre de mi Señor Jesucristo.  Amén 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien que Dios todo poderoso bendiga guarde a todos aquellos que se esfuersan en predicar la palabra y asi edificar nuestras vidas

Un Tiempo con Dios dijo...

¡Amén!