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12 may 2016

Salmos 25:19-20 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado y con odio violento me aborrecen. Guarda mi alma y líbrame, no sea yo avergonzado, porque en Ti confié.

¿Cuántas veces has tenido deseos de venganza?  Personalmente muchas.  No pienses en una venganza necesariamente sanguinaria o extrema.  Una venganza es simplemente desear que la persona que nos hizo daño reciba un castigo y nos gocemos de su agravio.  El problema de este sentimiento es que, cuando no lo entendemos y dejamos que esté “libre”, comienza a apoderarse de nuestros pensamientos y sentimientos.  Comenzamos a perder la paciencia y la paz.  Nos volvemos irritables y rencorosos.  Piénsalo.  No estoy exagerando en lo más mínimo.  Y las cosas se ponen peor cuando esa venganza no llega.  Simplemente vemos a los “enemigos” que siguen disfrutando de la vida como si nada hubiera pasado.  Más coraje hay.  Más rencor.  Más odio.  ¿Cierto?  La realidad de las cosas es que la vida no es fácil y es común encontrarnos enemigos por todos lados.  Es normal entender que habrá personas que buscarán hacernos daño.  ¿Por qué?  No lo sé.  Puedo especular en un principio muy simple: no conocen a Dios ni tienen una relación con Él.  Esto causa que en su vida no haya ningún tipo de consciencia ni búsqueda por el bien del prójimo.  Todo se mueve alrededor de su vida y si perjudican a alguien en el camino, no hay problema, todo es parte del fin al que ellos se dirigen.  ¿Pero que hay de aquellos que queremos hacer bien las cosas?  ¿Qué hay de aquellos que no queremos odiar ni buscar venganza mientras nos están atacando?  Lee el pasaje nuevamente con detenimiento y trata de encontrar la respuesta.  Los enemigos se multiplican y el odio es violento sin embargo, David pide a Dios para que guarde su alma y le libre.  Le pide a Dios que los enemigos no se salgan con la suya no por deseos personales ni porque él quiere quedar bien.  No.  Pide que los enemigos sean castigados para que los demás vean que Dios es el Rey de reyes.  Dice: no sea yo avergonzado porque en Ti confié.  La gente está pronta para señalar a los seguidores de Cristo.  Allá afuera hay muchos que quieren aplastar cualquier posibilidad de que vivas distinto.  David no había hecho nada para ser perseguido y sin embargo así era su situación.  Así también pasará con nosotros.  Sin “deberla ni temerla” vendrán pruebas a nuestra vida donde tendremos que recordar versículos como los de hoy para acudir en auxilio al Señor y pedirle que guarde nuestra alma y nos libre.  La venganza no nos pertenece.  Los rencores, corajes y deseos de que los demás “paguen” por lo que hicieron, no traen bendición a tu vida sino todo lo contrario.  Piénsalo.  Medita un tiempo en todo lo que estás leyendo ahora.  Es normal tener todo tipo de pensamientos.  Lo importante es aprender a controlarlos y canalizarlos correctamente para que no tomen dominio sobre nuestros pensamientos y acciones.  Recuerda que Cristo nos advierte sobre la adversidad que vendrá todos los días que estemos en este mundo pero al mismo tiempo nos llena de esperanza recordando que Él ya venció al mundo.

Oración

Padre: Gracias por tanto amor y palabras de aliento en medio de mis pruebas.  Gracias por tu palabra que me rectifica y muestra el camino correcto.  No permitas Padre que mis deseos tomen control de mis acciones ni mis pensamientos sino que tu voluntad sea siempre mi voluntad.  Te entrego mis deseos de venganza, odio, rencor y todo lo que no es agradable a Ti.  En Cristo Jesús.  Amén

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amen amen amen

Un Tiempo con Dios dijo...

Qué bueno que te haya gustado y servido el devocional.
No dudes en compartirlo y que llegue a más personas.