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23 may 2016

Salmos 26:1-2 Hazme justicia, Señor, pues he llevado una vida intachable; ¡en el Señor confío sin titubear! Examíname, Señor; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón.

Proverbios 16:18 dice: antes del quebrantamiento es la soberbia y antes de la caída la altivez de espíritu.  ¿Cómo saber si estamos siendo soberbios?  ¿Cómo darnos cuenta?  Simple.  Vuelve a leer el pasaje de hoy con detenimiento y encontrarás la respuesta.  Examíname, dice David.  Ponme a prueba.  Purifícame.  ¿Cuántos de nosotros evadimos momentos como éste?  Preferimos no abrir nuestro corazón ni nuestros pensamientos.  Queremos seguir igual pero al mismo tiempo decimos que queremos cambiar.  En estos momentos, David se encontraba atravesando injusticias.  Sin embargo, su actitud es admirable.  Hazme justicia Señor pues he llevado una vida intachable.  Si recordamos un poco la historia de David, él fue ungido por Dios para ser rey.  Él lo sabía.  No fue por mayoría de votos.  No fue porque tenía buenas conexiones.  No fue por sus riquezas ni por su sabiduría.  Su corazón agradó a Jehová y Él decidió ungirle como próximo rey.  Sin embargo, las cosas no salieron como cualquiera de nosotros hubiera imaginado.  Saúl comenzó a tener celos de David a pesar de que éste no hacía nada más que servir a Dios y al rey.  Dios le siguió prosperando y los celos empeoraron hasta llegar el punto de querer asesinarlo.  ¿Qué pasó con la unción?  ¡Dios, por qué permites esto!  ¿Cuántas veces te has encontrado en una situación similar?  Las injusticias abundan.  No deben extrañarte ni sorprenderte.  Sin embargo, no quiere decir que los planes de Dios no sean soberanos.  David terminó siendo rey como lo había Dicho Jehová al ungirlo pero pasaron muchas cosas antes de que llegara ese día.  Así también pasa hoy en día.  Dios cumplirá sus promesas.  Nos bendecirá en abundancia y conoceremos sus planes maravillosos.  Pero antes será necesario atravesar varias pruebas.  Durante este periodo, David se mantuvo firme en el Señor.  Pidiendo justicia a Él y no a los hombres.  Pidiendo que examinara su corazón para que no hallara nada desagradable.  Pidiendo que le pusiera a prueba pues sabía que las pruebas fortalecen la fe y transforman nuestro entendimiento.  Pero ¿sabes algo?  nuestra carne no tiende a pensar ni actuar de esta manera.  No resulta natural el pedir que nos examinen.  No resulta natural dejar que las injusticias nos aplasten.    Al contrario.  Reaccionamos siempre de manera opuesta.  Por eso busqué el complemento de este pasaje con Proverbios 16:18.  Nosotros somos nuestros propios enemigos.  Nuestra carne nos impide ver claramente lo que el espíritu necesita.
Si David atravesó injusticias habiendo sido un hombre justo y obediente a Dios, me parece adecuado estar convencidos que nosotros pasaremos por situaciones similares.  Utilicemos su ejemplo para salir victoriosos de las pruebas que vengan.  No permitamos que el enemigo gane sino busquemos que sea Dios quien libre la batalla y venza.  Ahora sabemos que nuestro ego, nuestra soberbia y nuestros deseos buscarán lo opuesto.  Utiliza este conocimiento para estar preparado y actuar correctamente cuando las cosas cambien y las pruebas comiencen.  No dejes que la soberbia te nuble la vista.  No dejes que tu ego confunda tu caminar y termines cayendo.  Pide a Dios que examine tu corazón y cuestiona si realmente estás viviendo conforme a su voluntad.

Oración

Padre: examina mi corazón.  No permitas que mi ego estorbe en mi comunión contigo.  Examina mis pensamientos, mis intenciones y mis acciones.  Muéstrame tu voluntad y guíame para caminar tu camino y olvidar todo aquello que me aparta de Ti.  Gracias por mostrarme cuán equivocado estoy cuando quiero resolver las cosas a mi manera y no te dejo trabajar.  Padre, perdona mis pecados y limpia mi corazón.  Lléname de esperanza y del gozo que solamente Tú puedes dar.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

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