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5 may 2016

Salmos 25:8-10

Bueno y justo es el Señor, por eso les muestra a los pecadores el camino.  Él dirige en la justicia a los humildes y les enseña su camino.  Todas las sendas del Señor son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto.



En el 2001 tuve la oportunidad de vivir en Paris.  Un verdadero sueño hecho realidad.  Por mucho tiempo había soñado con vivir en Europa y aprender a hablar francés y en junio del 2001 Dios me dio la oportunidad de tomar un avión y cambiar mi vida por completo.  Aprendí mucho.  En distintas áreas de mi vida mis preceptos se rompieron y se amplió mi visión de las cosas.  Conocí una cultura distinta a la mía y tomé lo que más me gustó de ella y comprendí otras cosas que, a pesar de no comulgar con ellas, me pareció que tenían cierto sentido.  En ese tiempo recuerdo que quería hacer unos cambios en mi vida al regresar a México.  De cierta manera mi vida iba cien kilómetros por hora y no quería volver y bajarlo nuevamente a cincuenta.  En ese tiempo yo ya conocía de Dios.  Creía en Él.  Algunos de sus principios los seguía mientras que algunos otros… digamos que prefería no pensar en ellos.  Un año después regresé a México.  Con mil ideas.  Planes.  Hambre.  Deseos.  Veía cómo mi vida se había acelerado enormemente mientras que los demás seguían igual.  Como si no hubiera pasado el tiempo.  Muy poco tiempo después de mi llegada, mi abuela decide (ahora entiendo que fue Dios) pagarme un fin de semana en un retiro (campamento) de la iglesia.  No lo había pedido y mucho menos lo había considerado.  ¿Recuerdas que mi vida giraba muy rápido?  Dios no era el medio para que siguiera girando a esa velocidad.  Pensé en algunas excusas para salirme de ello pero no pude.  Ni hablar.  Pensé.  No puede ser muy grave.  Fui al campamento y el Señor decidió tener un encuentro conmigo así como lo tuvo con Pablo camino a Damasco.  Me “tumbó” de mi caballo y no me dejó seguir.  Me mostró lo equivocado que estaba y cómo el camino que estaba tomando no me llevaría a ningún lado.  ¿Por qué escribo todo esto y qué tiene que ver con el pasaje de hoy?  Simple.  Yo era y soy un pecador pero el Señor, en su bondad y justicia, decidió mostrarme su camino.  ¿Lo puedes ver?  Sabía de Él y le había dado la espalda.  Tenía mis sueños y no me importaba lo que Él tuviera para mí.  Sin embargo su amor no se esfumó sino por el contrario, se mantuvo firme y me alcanzó de tal forma que no lo pude negar.  Su bondad y su justicia tocaron mi corazón y lo derritieron.  Mi orgullo se hizo nada y mi ser fue transformado.  No tuve que tocar “fondo” para cambiar.  No tuve que destrozar mi vida para entender hacia dónde iba.  El Señor decidió mostrarse y simplemente no pude hacer nada más.  Lee nuevamente el pasaje.  Después de haber reconocido mi estatus de pecador me convertí en una persona humilde que busca y anhela la justicia y el camino de Dios.  Abrazo su verdad con todas mis fuerzas y en su amor busco que transforme mi vida.  Yo sé que estas palabras que escribo pueden estar causando un “fuego” adentro de ti.  No soy yo.  Es Dios que te está hablando.  No es nada místico.  La biblia nos enseña que Dios está vivo y nos habla a través de su palabra y su palabra es en lo que estamos meditando en este momento.  Escucha esa voz.  No trates de ignorarla.  No trates de apagar esa luz.  Así como yo pensaba que mis caminos, mis ideas, mis proyectos y todos mis planes eran maravillosos, estoy seguro que tú también piensas así.  Sin embargo, un día como hoy, Jehová me frenó y sus palabras penetraron hasta lo más profundo de mi ser.  Derribaron mis murallas como si fueran de arena y todo mi ser se vino abajo ante tal majestuosidad.  A partir de ese fin de semana entendía que Sus caminos eran mejores que los míos y decidí cambiar de rumbo dejando atrás mi voluntad.  Hoy, muchos años después te puedo decir que no dejo de darle gracias a Dios por haberme alcanzado y no dejado seguir por donde iba.  Espero no dejes esto para otro día.  No lo dejes para “después”.  Dios mismo te está llamando y quiere que le entregues tu vida.  Es posible que yo no te conozca y sin embargo, estás entendiendo que esto es especialmente para ti.  ¿No te parece increíble?  ¡Qué otro milagro quieres!  Dios existe.  Es real y quiere tener comunión contigo.  Vuelve a leer el pasaje y date cuenta cómo quiere mostrarte su camino a pesar de tus fallas.  Insisto, no dejes pasar más tiempo.

Oración

Señor: no entiendo cómo puedes penetrar hasta lo más profundo de mi vida y derrumbar todo lo que tengo en un segundo.  Vengo a Ti porque no hay nada más allá fuera de tu camino.  Hoy quiero pedirte que transformes mi vida.  Que me perdones y que no me dejes.  Te pido que tu verdad me dirija y tu amor me renueve.  Limpia mis pecados y permite que pueda tener comunión contigo.  Heme aquí Señor.  En Cristo Jesús.  Amén

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