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4 may 2016

Salmos 25:6-7

Acuérdate Señor de tu ternura y gran amor que siempre me has mostrado, olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud.  Acuérdate de mí según tu gran amor porque Tú, Señor, eres bueno.



Considero que me encuentro en el promedio (ni mucho ni poco) de cosas que hice en mi juventud.  No creo que haya hecho muchas cosas malas pero tampoco me comporté debidamente.  De hecho, hay cosas que hice que no me gustaría que mis hijos repitieran y seguramente mis padres han de haber atravesado por algo similar.  La juventud es increíble.  Todo está por delante y hay pocas responsabilidades que nos frenen.  Nuestro cuerpo está en plenitud y queremos comernos el mundo.  Tristemente es también en esta época cuando cometemos muchos errores que traerán consecuencias para toda nuestra vida.  Hay relaciones sexuales prematrimoniales.  Hay hijos.  Hay abortos.  Hay drogas.  Hay depresión.  Bulimia.  Anorexia.  Suicidios.  Tristemente la lista es grande y en general, hay exceso de todo.  Todo esto lo vamos cargando en nuestra espalda y peor aún, muchas veces seguimos con estas actitudes.  Tal vez no te des cuenta pero ahí lo traes y no te deja caminar correctamente.  Estés en donde estés, adolescente, adulto o adulto mayor, cada uno de nosotros debe meditar en lo que hemos hecho y hacia dónde vamos.  Así como los jóvenes no piensan en las consecuencias, los adultos se llenan de orgullo y no piensan que pueden estar equivocados.  Por ello las palabras de David resultan hermosas y perfectas: acuérdate de tu ternura y gran amor.  Si pensamos en todo lo que hemos hecho mal, no tenemos otra opción que clamar por la ternura y gran amor del Señor.  De lo contrario, ¡nos esperaría un juicio inmediato!  David cometió grandes errores.  Adulterio.  Asesinato.  Traición.  Y sufrió las consecuencias durante toda su vida.  Sin embargo, él acudió a Jehová con la rodilla y el corazón humillado y ahora le recordamos como a una persona con un corazón conforme a la voluntad de Dios.  ¡Cómo es posible!  ¿Un asesino?  ¿Corazón conforme a la voluntad de Dios?  No soy yo quien decide a quién se perdona y a quién no sino Dios.  Él examina minuciosamente nuestros corazones y, a través de la sangre de su Hijo Jesús, nos permite reconciliarnos con Él.  Ternura y gran amor.  No lo merecemos ni podemos hacer algo para ganarnos esa ternura o ese gran amor y sin embargo, él lo derrama sobre nosotros.  Dios es bueno.  Dios es amor.  ¡No lo olvides!  Sin embargo, no debemos confundirnos.  Ese amor y esa bondad no es eterna para todos.  Llegará el día en que seamos llamados a cuentas y no se extenderá más ese amor sobre aquellos que no le reconocieron.  Se acabará la bondad sobre todos los que negaron a su Hijo.  Por el contrario, a los que le conocemos, le amamos y le obedecemos, su amor y su gracia sobreabundan y desaparecen nuestro pecado.
De jóvenes cometimos muchos errores.  Me encantaría pensar que ahora no los cometemos pero la realidad es que seguimos siendo pecadores y seguimos cayendo.  Lo importante es mantenernos firmes en el Señor y subir escalón tras escalón en nuestro crecimiento espiritual de la mano del gran amor y ternura de nuestro Dios. 

Oración

Padre: perdóname.  No permitas que arrastre mis pecados y no pueda caminar libremente.  Ayúdame a entender que Tú perdonas a los que nos arrepentimos y que tu gran amor y ternura sobrepasan mi pecado.  No quiero apartarme de Ti y seguir tomando malas decisiones.  Guíame.  Muéstrame el camino que tienes para mí pues quiero caminar solamente por donde Tú muestres.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén.

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