Vistas de página en total

2 may 2016

Salmos 25:3-5

Quien en Ti pone su esperanza, jamás será avergonzado, pero quedarán en vergüenza los que traicionan sin razón.  Señor, hazme conocer tus caminos, muéstrame tus sendas.  Encamíname en tu verdad.  ¡Enséñame!  Tú eres mi Dios y Salvador.  ¡En Ti pongo mi esperanza todo el día!



Cuando uno quiere bajar de peso tiene que seguir un método.  Es imposible seguir con la misma rutina y esperar que uno baje unos kilos.  Cuando entrené para mi primer medio maratón, tuve que seguir un plan que prepararía a mi cuerpo para estar corriendo por 2 horas sin parar.  Esto nos parece obvio y simple ¿cierto?  Entonces ¿por qué no hacemos lo mismo en lo espiritual?  ¿Por qué pensamos que podemos seguir llevando nuestra vida como antes y esperamos grandes cambios?  ¡Es imposible!  Queremos vivir confiados en Dios pero seguimos poniendo nuestra esperanza en el dinero.  Queremos vivir gozosos pero seguimos buscando gozo en el alcohol.  Queremos vivir en paz pero seguimos pensando que la paz está en la meditación o en algún lugar místico.  Queremos tener esperanza pero en cuanto termina la predicación del domingo, “apagas” tu espíritu y la carne vuelve a tomar control de tus decisiones.  ¿Cómo puedes esperar un cambio con esas actitudes?  ¿Cómo puedes esperar que Dios haga un milagro en tu vida si no le dejas acercarse a ti?  Vuelve a leer el pasaje y pon atención al “método” que describe para poder lograr una vida con esperanza.
Dios no nos deja a la deriva.  No te “avienta al ruedo” ni te manda a la guerra sin fusil.  Te da cada instrumento necesario para que haya victoria en tu vida.  ¿Quieres tener una vida llena de esperanza?  Fácil.  Pide al Señor que te muestre sus caminos y ponlos por encima de los tuyos.  Pide que te muestre su verdad y ponla por encima de tu verdad.  La biblia nos dice en Juan 14:21 ¿Quién es el que me ama?  El que hace suyos mis mandamientos y los obedece.  ¿Lo puedes ver?  ¿Te das cuenta de cuánto tenemos que transformar nuestra manera de pensar y actuar?  Si realmente amamos al Señor, nuestra vida no puede ser igual.  Nuestro día a día debe estar lleno de oración y búsqueda a Dios para que no nos permita seguir cayendo en mismo pecado.  ¡Esa es nuestra esperanza!  Que hemos sido liberados de las cadenas que nos ataban y ahora tenemos al Espíritu Santo quién nos mueve a hacer lo bueno y agradable a Dios.  Filipenses 2:13 dice que Dios pone en nosotros el hacer como el querer para que se cumpla Su voluntad.  Tú y yo no podemos cambiar.  No hay nada en este mundo que pueda ayudarnos a cambiar y vivir diferente.  Solamente a través de Dios quien nos da a su Espíritu y nos ponga el querer y el hacer conforme a su voluntad.  Claramente David entendió este principio y por ello clama a Dios pidiendo que le muestre sus caminos, sus sendas, su verdad y su sabiduría.  ¿Quieres vivir diferente?  ¿Quieres que se abran las puertas del cielo y se derramen bendiciones en tu vida?  El plan a seguir es muy simple: ama a Dios por sobre todas las cosas.  Quien le ama, obedece sus mandamientos.  Deja de poner pretextos.  Deja de buscar la manera de darle la vuelta.  Obedece.  Dobla tu rodilla y obedece.  Dobla tu orgullo y pon Su voluntad, sus caminos, su sabiduría por encima de la tuya.  En cuanto lo hagas, prepárate para recibir las bendiciones del Señor.

Oración

Padre: gracias.  Gracias por no abandonarme.  Gracias por no darme la espalda ni dejar que me pierda.  Hoy vengo a Ti humillado y reconociéndote como mi Dios, mi Señor y mi Salvador.  Te pido perdón por mis pecados y sobre todo, que pongas en mí el querer y el hacer para transformar mi vida.  No quiero seguir igual.  No puedo seguir igual.  Te pido que tus caminos sean mis caminos y tus pensamientos sean mis pensamientos.  Renueva mi mente.  Renueva mi corazón.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén. 

No hay comentarios: