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19 mar 2009

NVI- Mateo 21:45-46a

Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta que hablaba de ellos y buscaban la manera de arrestarlo…




En repetidas ocasiones he recibido correos electrónicos comentando acerca de cómo estaban atravesando una situación muy similar a la que se describió en el versículo del día. No soy yo el que le atina a los ejemplos sino Dios que a través de su Palabra nos va mostrando cómo ir tomando decisiones en nuestro día a día.
Como he escrito varias veces: Dios quiere reconciliarse con nosotros y nos busca todos los días. No somos nosotros quienes buscamos a Dios sino El a nosotros. A veces permitirá momentos difíciles en nuestra vida y en otras ocasiones habrá prosperidad, pero en una o en otra, lo que está buscando es que volteemos a Él y le reconozcamos la gloria que merece.
Ahora, no todos aceptan tan fácilmente lo que Dios les muestra. En el versículo nos damos cuenta que los sacerdotes y fariseos, los más eruditos en las escrituras, al escuchar que les estaban hablando directamente, reaccionaron con odio y coraje hacia las palabras de Jesús, a tal grado que buscaron la forma de arrestarlo. Un testimonio de un hermano en Cristo que se encuentra en el reclusorio sur, comentaba que antes de aceptar a Jesús en su corazón, llegó a golpear duramente a aquel que se acercó a compartirle de Dios. No es algo de extrañarse el reaccionar en contra de lo que dice el Señor. Es normal que nos moleste y no lo queramos aceptar. ¿Por qué? Primeramente porque está mostrando tu pecado, segundo, está sacando a la luz tus faltas con los parámetros de Dios y no los tuyos, y por último, porque quiere ponerse como señor de tu vida y ese lugar normalmente lo quieres ocupar tú. ¿Te das cuenta por qué no es fácil? Básicamente nos está golpeando con todo a nuestro orgullo y nos están poniendo en el lugar que nos corresponde: de servidor, y quitándonos el que teníamos (o queríamos) de ser servidos.
No sé cuántas veces has escuchado de Dios. No importa si son muchas o pocas, lo que realmente importa es cuántas veces has permitido que sus palabras penetren en tu corazón y las has guardado en tu mente para transformarlas en principios de actitud. No hay muchas opciones cuando se trata de escuchar a Jesús: lo aceptas o lo rechazas. No hay un término medio. No se puede medio escuchar o medio rechazar. Insisto, sé que no es fácil ceder al orgullo personal, a todo aquello que has utilizado para salir adelante, pero Dios te pide que comiences una nueva vida donde Él es quien sustenta absolutamente todo y tú obedeces y sigues su camino escuchando su Palabra.
¡Ten ánimo y cambia! Deja que Dios te hable. Pon atención a sus palabras y no las rechaces ni las arrumbes en un rincón, ¡ponlas por práctica hoy mismo!

Oración
Dios: perdona si he rechazado tus palabras. Me cuesta trabajo hacer a un lado mi orgullo y escuchar tus correcciones. Trabaja con mi corazón para que sea sensible a tus palabras y puedan entrar en mi corazón, no quiero ser como los fariseos que al escucharte se enfurecían en tu contra. Toma el trono de mi vida y guíame siempre. Te amo Señor y escucha mi oración en Cristo Jesús
Amén

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