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13 abr 2011

Hechos 9:13-14

Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.



El día de ayer escribí sobre la increíble disposición de Ananías al contestar: Heme aquí. Hoy podemos ver a un Ananías muy humano, muy real comenzando a dudar sobre lo que Dios le está pidiendo. De hecho, no debemos ser muy críticos con él puesto que le estaban pidiendo que fuera frente al enemigo y lo ayudara esperando que no le haría ningún daño. Cuando conocemos el final de la historia, los eventos pierden un poco de valor. Pero si analizamos bien cada hecho sin pensar en lo que ya conocemos, nos ayuda a darle la dimensión correcta y a aprender sobre lo que nosotros debemos o no hacer.
¿Cuántas veces te has encontrado con ganas de seguir a Dios, ser transformado, hacer las cosas diferentes y empezar de nuevo? Espero que muchas. Conforme expresas tu deseo a Dios, Él dice: muy bien, pongamos a prueba ese corazón, y las pruebas en tu vida comienzan. De repente te encuentras en situaciones que no esperabas, con problemas que no tenías y pareciera que estabas mejor antes. No eres el único que lo ha pensado, los judíos cuando se encontraron en el desierto se quejaron contra Moisés pues pensaban que era mejor ser aplastados por los egipcios que vivir en el desierto. El punto es que Dios examina nuestros corazones y esto se da a través de las pruebas. Es necesario “sacar” lo peor de nosotros para que Dios pueda comenzar a moldearnos. Jehová quería seguir moldeando el corazón de Ananías y le pide dar un paso más en su “entrenamiento” de fe al decirle que vaya y se encuentre con aquél que aprehende a los cristianos y permite que sean lapidados o colgados.
He oído cosas terribles de Saulo mi Dios… En otras palabras, le está preguntando a Dios si está seguro de lo que está diciendo. ¿Saulo? ¿Seguro? ¿Saulo de Tarso? Y nosotros preguntamos igual: ¿Señor a mí? ¿Perdonar, a esa persona? ¿Ayudar después de lo que me hicieron? ¿Pedir perdón? ¿Arrepentirme? Señor ¿no te has dado cuenta de todo lo que pasó? Le hablamos a Dios pensando que es como nosotros. ¡Por supuesto que sabe todo lo que ha pasado y lo que te está pidiendo! Pero nos encanta poner pretextos y tener una escusa para echarnos para atrás pensando que estábamos mejor antes. ¿Puedes darte cuenta de estas reacciones en ti? ¿Puedes recordar cómo le has cuestionado a Dios sus planes porque parecen imposibles? Señor, le dice Ananías, Saulo tiene incluso poder en esta zona de aprehenderme. ¿Qué respuesta podemos esperar de Dios? Perdona Ananías se me olvidaba quién era Saulo de Tarso. ¡Por supuesto que no! Más bien, esperamos un: lo sé, Saulo ha hecho cosas terribles, bástate mi gracia pues mi poder se perfecciona en tu debilidad y tengo planes específicos para ti…

Oración
Señor: no dejo de sorprenderme con tu palabra y la perfección que hay en ella. Entiendo hoy que mis pruebas son necesarias y que moldean mi carácter. Te pido que pueda confiar en Ti, depender de Ti y caminar en Ti pues tengo frente a mí a “Saulo” quien no me deja dormir tranquilo pensando en todo lo que pudiera pasar. Te pido por tu paz y gozo en el nombre de Jesús. Amén

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