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8 abr 2011

Hechos 9:6-7

Él (Saulo) temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.



Analicemos la respuesta de Dios. Levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer. Recuerda aquellos momentos en los que te has sentido abrumado por la situación. Utilizando la palabra de estos versículos con Saulo te diría que recuerdes cuando has sido “tumbado”. ¿Qué clase de preguntas le hacías o incluso haces a Dios? ¿Por qué a mí? ¿Por qué lo permites? ¿Qué quieres que aprenda? O tal vez preguntas como Saulo ¿qué quieres que haga Señor? Con cualquiera de estas preguntas, estoy seguro que buscabas obtener respuestas que te pudieran orientar. ¿Cierto? Resulta que a tus preguntas la única respuesta que recibes de Dios es: levántate y entra a la ciudad y ahí se te dará mayor instrucción. ¿Es esto una respuesta? ¡Por supuesto que no! Nosotros esperábamos escuchar el plan completo de Dios para nuestras vidas. No queremos escuchar: ve a tal o cual lugar para que posteriormente te dé más instrucciones. ¿Señor, no estás viendo mi situación? ¿Cómo quieres que siga esperando? ¿Cómo quieres que no haga nada? ¿Por qué no me explicas lo que está pasando? ¿Te das cuenta de nuestras reacciones? Ir a la ciudad no le contestaba nada a Saulo y de ahí se presentan dos posibles escenarios. El primero es hacer caso a lo que está escuchando y dirigirse a la ciudad. La segunda es meditar en lo que le acaba de suceder. Pensar en el pasado. Recordar las muertes que había presenciado y autorizado sobre los seguidores de Jesús. Mucha reflexión pero finalmente se quedaría en ese lugar sin moverse. ¿En dónde estás tú? ¿Cómo reaccionas?
Vivimos a una velocidad extremadamente rápida. Tenemos tantos artículos que nos ayudan a realizar cantidad de operaciones en segundos y nos hemos olvidado de lo que significa esperar. Incluso en el área de agricultura en la que había que esperar por las lluvias, ahora tenemos métodos que nos permiten tener frutas o vegetales en cualquier estación del año. Todo esto nos estorba para poder entender las respuestas de Dios. Si ahora estás desesperado o conoces a alguien que se encuentre así, medita o comparte esta reflexión. Dios no da respuestas como nosotros las queremos. A veces debemos seguir caminando y esperar a que vengan instrucciones nuevas. A Saulo se le dijo que siguiera su camino a la ciudad. No más. No menos. Era lo que necesitaba saber. Igualmente, tú y yo no necesitamos saber más. Es nuestra desesperación y falta de fe lo que nos lleva a querer tener respuestas tangibles y limitar la incertidumbre. Sigamos caminando. Tengamos fe y esperanza en que Dios nos protege y, a su debido tiempo, nos irá revelando sus planes y enseñanzas.

Oración
Padre: te pido pongas paciencia en mi corazón. Quiero estar confiado en Ti y no permitir que lo que me rodea me haga dudar. Quiero aprender a esperar a tus tiempos y tus formas dejando mi desesperación y falta de fe a un lado. Dame fortaleza y paz para seguir por tu camino aunque no tenga el conocimiento de lo que vendrá. Te lo pido en el nombre de Jesucristo.
Amén

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