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29 abr 2011

Hechos 9:36-37

Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Ésta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.



Se dice que si algo tenemos seguro es la muerte. No es fatalista, simplemente es real. No nos gusta hablar de ella. Evitamos conversaciones relacionadas con la muerte y cuando estamos en un funeral prácticamente no se comenta el punto que algún día alcanzaremos a aquellos que han sido llamados. El día de hoy tenemos un pasaje que nos habla de una discípula, Dorcas, que significa pequeña gacela, entregada y comprometida. Con gran testimonio. Ayudando a su prójimo y a la iglesia. No sabemos si era de edad avanzada o joven. Lo que sí sabemos es que en un instante Dios mostró sus planes y ella falleció. No importa si hemos sido de una forma u otra; si eres rico o pobre, de un país u otro, al final, todos vamos a morir.
Hace unos días vi un documental sobre personas mayores a 90 años las cuales se encontraban totalmente activas. Había incluso una mujer que estaba buscando su candidatura política para ser representante de su ciudad. La persona que más me sorprendió fue una mujer que seguía memorizando versículos de la biblia e incluso pasajes completos. ¡Esto es entrega y agradecimiento! No se quejaba si le dolía esto o aquello. Tampoco estaba pensando en que sus amigos habían fallecido. De hecho, conoció a un hombre con el cual decidió casarse a sus más de 90 años. ¡Simplemente increíble!
No tenemos que tener miedo a la muerte ni reclamar el que nuestros seres queridos sean llamados. ¿Quiénes somos nosotros para decidir? La muerte es la forma en la que podemos entender que no tenemos tanto control sobre nuestra vida como pensábamos. Pensamos que todos debemos llegar a cierta edad en la que es “correcto” morir y pensamos que es una tragedia si fallece alguien a edad temprana. Aunque no minimizo en lo absoluto el dolor y tristeza que genera la pérdida de un ser querido, insisto en que tenemos la perspectiva humana y no la del Señor. En la perspectiva de Dios, buscamos todos los días servirle y compartir de su palabra para que otras personas vengan a sus pies. Damos gracias por todo lo que nos permite tener en ese día pues sabemos que el siguiente podrá ser distinto. En la perspectiva de los hombres, pensamos que merecemos lo que tenemos y que nosotros decidimos cuánto y cuándo tener lo que tenemos y por esta razón nos molestamos y nos sorprende cuando Dios interviene y desacomoda nuestros planes. ¿Te suena familiar esta perspectiva?
Así como Dorcas, la pequeña gacela, quién después de entregar su vida a Dios fue llamada, tú, yo y nuestros seres queridos también seremos llamados. Esto nos impulsa a tomar acción e ir por el camino correcto mientras estamos aquí: el camino de Cristo. Corrige tu vida. Corrige tu perspectiva. Acude al Señor para poder entender el por qué de la muerte y por qué algunos son llamados. Tal vez te has quejado y has reclamado sobre algún fallecimiento. Hoy es el momento de reconciliarte con Dios y doblar tu orgullo porque las cosas no fueron como querías sino como el Señor dispuso.

Oración
Señor: es muy difícil entender que te lleves a nuestros seres queridos. No es fácil hablar de la muerte. Te pido que pongas paz en mi corazón y pueda venir humillado ante Ti en lugar de con reclamos y quejas. Ayúdame a entender que Tú decides y no yo, que Tú reinas y no yo. Quiero reconciliarme contigo y vivir con Tu perspectiva y no la mía. Quiero vivir agradecido por lo que hoy me das y no quejándome por lo que has quitado. Transfórmame. En Cristo Jesús. Amén.

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