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25 abr 2012

Hechos 22:17-21


Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo tuve una visión y vi al Señor que me hablaba: "¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí."  "Señor —le respondí—, ellos saben que yo andaba de sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que creen en ti; y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, ahí estaba yo, dando mi aprobación y cuidando la ropa de quienes lo mataban."  Pero el Señor me replicó: "Vete; yo te enviaré lejos, a los gentiles."


Una vez que has tenido tu encuentro con Cristo, normalmente suceden dos cosas.  La primera es que tienes un deseo de cambiar tu vida y comenzar a obedecer a Dios.  La segunda es que todo tu pasado te estorbará para poder caminar hacia adelante.  Esto es exactamente lo que vemos con Pablo.  El Señor le da una instrucción.  Sabemos que quiere obedecer, pero comienza a exponer al Señor (como si no lo supiera) los posibles problemas por lo que hizo en el pasado.  Señor, yo me dediqué a perseguir a los tuyos.  Incluso aprobé la muerte de Esteban.  ¿Cómo voy a ser testigo tuyo?  Lo interesante y realmente práctico para nuestra vida es entender la respuesta de Dios: vete, yo tengo planes para ti, te enviaré a los gentiles.  ¿Quiénes eran los gentiles?  Todos aquellos que no eran judíos.  ¿Había pensado Pablo en la posibilidad de que el plan para su vida era ir con los gentiles?  ¡Seguro que no!  Debemos aprender a conocernos.  Debemos darnos cuenta de cómo reaccionamos y cómo pensamos.  De esta manera, podemos percatarnos de cómo nuestra antigua manera de vivir estorba en nuestro nuevo camino.  Si no ponemos atención a esto, te encontrarás con trabas y más trabas y te tardarás el doble en darte cuenta que, el problema, eres tú y tu forma de pensar.
Pablo no imaginaba que Dios tendría un plan donde él podría trabajar enormemente.  De hecho cuestionaba los planes del Señor por estar acostumbrado a ver y pensar de una manera.  Ahora era el momento de comenzar a confiar en el Todopoderoso.  Señor, no entiendo lo que estás diciendo.  No entiendo como funcionará esto o aquello.  Pienso que no hay cómo solucionar este problema.  Sin embargo, yo sé que todo está en tu control y quiero obedecerte.  Ayúdame a permanecer en Ti.  Esta es la actitud que debemos tener hacia nuestro Señor.  Exponer nuestros sentimientos.  Nuestros miedos.  Nuestra falta de visión.  Pero sobre todo, nuestro deseo de seguirlo.
Otro tema importantísimo dentro de este pasaje es la misericordia y gracia de nuestro Dios.  Pablo había consentido el homicidio de Esteban.  Había permitido el arresto y maltrato de cantidad de discípulos.  Verdaderamente había hecho mal las cosas.  Sin embargo, nuestro Señor nos enseña lo que es su amor, su gracia y su misericordia al permitirle que se reconcilie con Él.  Su encuentro no fue para vengar la muerte de Esteban.  Mientras tanto, a nosotros nos enseñan allá afuera a no olvidar, a no perdonar y a regresar el daño que nos causaron.  Aprende a perdonar.  Aprende a entregar tus deseos de venganza y odio al Señor.
Hoy puedo decirte que Dios tiene un plan para tu vida.  También debes saber que ese plan probablemente será muy distinto a lo que tu piensas o pudieras imaginar.  Dios, en su poder, lo irá mostrando a su tiempo y conforme estés preparado.  Te animo a que te autoexamines.  Te animo a que reflexiones en tu pasado y te des cuenta cuánto está afectando tu comunión con Dios.  Piensa cuántas trabas pones al plan de Dios por querer seguir arrastrando tu forma de pensar y de vivir.  ¡Déjate transformar por el Señor!  Confía en Él.  Tienes que dar ese primer paso de fe.  No te dejes sorprender por no entender lo que sucede.  No te quedes quieto por tener miedo a la incertidumbre.  Dios está ahí y quiere guiarte.  Te corresponde creer y confiar.
Oración
Padre: Tú que estás en los cielos y eres Santo, te doy las gracias por tener un lugar para mí.  Gracias por ofrecerme tu amor y misericordia a pesar de lo que he hecho.  Te pido perdones mis pecados.  Te pido que pueda dejar atrás lo que he vivido y te deje transformarme conforme a tu voluntad.  Dame fuerza para no separarme de ti.  Señor, guía mi camino.  Te lo pido en el nombre de Jesucristo.  Amén 

4 comentarios:

Unknown dijo...

Aleluya Gloria a Dios lo recibo.

Un Tiempo con Dios dijo...

¡Amén!

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión, muchas gracias por compartir

Un Tiempo con Dios dijo...

Gracias. No dudes en compartirlo.