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19 abr 2012

Hechos 22:6-12


Sucedió que a eso del mediodía, cuando me acercaba a Damasco, una intensa luz del cielo relampagueó de repente a mi alrededor.  Caí al suelo y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"  "¿Quién eres, Señor?" , pregunté. "Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues" , me contestó él.  Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba.  "¿Qué debo hacer, Señor?" , le pregunté. "Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas."  Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego. 


Pablo está narrando su encuentro con Jesús.  Era un día como cualquier otro.  Él estaba camino a su “trabajo” rumbo a Damasco para traer presos a algunos seguidores de Cristo.  Estaba convencido que su vida era perfecta o sumamente buena.  Celoso de sus creencias.  Orgulloso de su educación y éxitos.  Contacto directo con los principales líderes.  ¿Qué más podía pedir?  Dentro de todo lo que conocía, no podría estar haciendo mejor las cosas.  De cierta manera, la vida de Pablo traída a nuestros días, sería aquella de una persona que ha conseguido el éxito tanto en lo personal como lo profesional.  No ha hecho nada “malo”.  Tiene sus principios bien establecidos y basado en lo que esta persona piensa, ha hecho bastante bien las cosas.  Pero en un instante la vida de Pablo cambió.  Una intensa luz relampagueó y cayó al suelo.  No podía ver.  No podía pararse.  Solamente pudo escuchar.  Pablo, ¿Por qué me persigues? Preguntó Dios. Dentro de su omnipotencia, muchas veces decide presentarse frente a nosotros y no dejarnos caminar más.  Ayer estabas sano y hoy estás en el hospital.  Ayer tu pareja o hijos viven y hoy uno de ellos falleció.  Ayer tenías un trabajo y hoy no hay nada.  ¿Qué paso?  Es esa luz relampagueante del cielo que nos tumba y no nos deja movernos.  Después viene la voz del Señor: ¿Hacia dónde vas?  ¿Qué estás haciendo?  ¿Cuánto tiempo vas a seguir ignorándome?  Nosotros, al igual que Pablo respondemos ¿Quién eres?  Y nuestro Dios contesta: el Creador de todo lo que ves.  El que es, era y será.  El Todopoderoso.  El que pone y quita reyes.  El que dirige los mares y da dirección a los vientos.  El pasaje nos dice que los demás veían la luz pero no escuchaban las palabras.  Así también pasa con nosotros.  Los demás se percatan que hemos sufrido o que algún evento difícil se nos ha atravesado, pero no escuchan a Dios haciendo su presentación.  Dios es personal.  Dios busca una relación única contigo.  Por eso los demás no entienden ni ven lo que tú sí.  
No sabemos cuánto tiempo pasó Pablo en el suelo.  Tal vez intentó pararse.  Tal vez trató de comprender lo que estaba sucediendo.  ¿Será una alucinación por mi caída?  Pero finalmente decide responder.  ¿Qué debo hacer Señor?  En otras palabras: Señor, yo iba camino a Damasco y mis planes eran A,B y C, pero ahora quiero preguntar cuáles son Tus planes para mí.  ¿Te das cuenta cómo Dios nos busca y transforma?  Hoy ibas camino a tu actividad diaria y de repente todo cambió.  ¿Qué vas a hacer?  Esperar a que puedas levantarte para seguir con tus planes o doblar tu corazón, doblar tu orgullo, doblar tu rodilla y preguntar a Dios: ¿Qué quieres qué haga Señor?  ¿Qué tiene que acontecer en tu vida para darte cuenta que Dios existe y que te está buscando?  ¿Qué tiene que pasar para que reconozcas que le has dado la espalda y lo has ignorado?  Levántate y entra en Damasco le dijo Dios.  Tuvo que ser llevado por sus acompañantes pues no podía ver.  Sin embargo, decidió obedecer y emprendió su camino a Damasco.
No sé que has vivido.  No conozco tu situación exacta.  Lo que estoy seguro es que Dios está buscándote.  Dios quiere tener comunión contigo.  Dios quiere llenarte de bendiciones.  Para ello, es necesario que reconozcas que le has fallado.  Que has pecado.  Que necesitas de Él para seguir adelante y para poder ser perdonado.  Ya sabes lo que es vivir conforme a tu voluntad.  Mira dónde te ha dejado.  Tal vez tu matrimonio se ha terminado.  Tal vez te sientes más solo que nunca.  Tal vez las adicciones se apoderan más y más de ti.  Tal vez no has podido perdonar y el coraje te consume por dentro.  Tal vez el vacío que hay en ti se ha vuelto insoportable.  Cualquiera que sea tu situación, hoy puedes cambiar.  Hoy puedes pedir a Dios para que te muestre un nuevo camino.  Créeme, ese camino es mejor que el que tú has trazado y mucho mejor de lo que podrías trazar por más que lo intentes.  Pablo escuchó a Dios y decidió obedecer.  ¿Qué vas a decidir tú?
Oración
Señor: quiero pedirte perdón por mis pecados.  No puedo seguir más pues el camino que he escogido y las decisiones que he tomado no han traído nada bueno.  Te necesito.  Ayúdame a entender que puedo vivir de otra forma.  Ayúdame a entender que al obedecerte hay bendiciones y puedo ser feliz.  Cambia mi corazón.  Cambia mi vida.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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