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12 jun 2012

Hechos 26:16-18


Ahora, ponte en pie y escúchame.  Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar.  Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles.  Te envío a éstos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados.


Este domingo aprendí algo sumamente valioso en la predicación que escuché y tiene mucho que ver con las palabras de Dios a Pablo.  “... Con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar.  Te libraré... Y te envío para que abras los ojos de los demás...”  y ¿Qué es lo que aprendí?  Que no necesitamos cambiar para acercarnos a Dios.  No necesitamos ser perfectos y sin pecado para poder pedir por su gracia y misericordia.  Al contrario.  Podemos llegar totalmente “mugrosos” y llenos de pecados y Él, dentro de su incomprensible amor y misericordia se encargará de limpiarnos.  Lo que necesitamos es reconocerlo y Él se encargará de todo lo demás.  ¿Y qué tiene que ver esto con el pasaje de Pablo?  Que primero Dios se muestra a él y le explica que Él se encargará de enseñarle todo lo que vendrá.  Tú serás mi testigo.  A ti te voy a revelar.  A ti te voy a librar.  Todo esto acontecerá en el futuro, pero hoy, lo que necesito es probar que tu corazón esté dispuesto.  ¡Esto es increíble!  Honestamente, muchas veces no me quiero acercar a Dios porque sé que he hecho las cosas mal (¡y eso que soy su seguidor!).  Pienso que no está bien ir a Él si he pecado y tristemente, estoy convencido que muchos en las congregaciones piensan igual.  Queremos tener iglesias que tengan individuos “bien portados” mientras que Cristo se juntó con lo peor y lo rechazado de la sociedad.  Rechazamos a los tristes y abatidos y recibimos a los orgullosos.  Vemos el exterior sin entender que Dios ve el interior.
¡Dejemos que cada persona tenga su tiempo y su crecimiento con Dios!  Si bien, debemos promover y cuidar el crecimiento de nuestros hermanos, no debemos ser una piedra en el zapato que los ahuyente y cause tropiezos en su camino.  Nuestro deber es imitar a Jesús.  Y si algo hizo de manera extraordinaria, es acercarse a aquellos que nadie quería acercarse.  Perdonar a aquellos que todos querían castigar.  Amar a aquellos que eran repudiados.  ¡Eso es lo que tenemos que hacer!  Dios se encargará, como lo dice en el pasaje, de revelarnos cada “batalla” que afrentaremos.  Se encargará de mostrarnos los lugares y las personas en los que habrá que hablar en Su nombre.  Mientras tanto, hoy nos corresponde disponer nuestro corazón a Él y decirle: Señor, aquí estoy.  Dime qué quieres que haga.
Por último, quiero decirte que Satanás no es un invento ni una broma.  Es real y la biblia nos advierte de él en repetidas ocasiones.  El pasaje de hoy nos dice que si no creemos en Cristo, nuestros ojos permanecen cerrados, en tinieblas y bajo la autoridad de Satanás.  ¿No te parece una razón importantísima para ir y compartir a Jesús sabiendo que la gente hoy está así?  ¡Compartamos a Cristo!  ¡Compartamos las bendiciones que hemos recibido en Su nombre!  Seamos un canal por el cual fluyen a los demás sus bendiciones en lugar de querer todo para nosotros.
Oración
Señor: creo en Ti y tengo fe en que me libras de Satanás y las tinieblas.  Te pido abras mis ojos y me permitas ser libre.  Perdona mis pecados.  Perdona todo este tiempo que te he negado.  Aquí estoy mi Señor, dispuesto a servirte.  Toma mi corazón.  Toma mi vida.  Dime qué quieres que haga.  Dime a dónde quieres que vaya.  En el nombre de Jesús.  Amén.  

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