Vistas de página en total

6 jun 2012

Hechos 26:1-7


Entonces Agripa le dijo a Pablo: tienes permiso para defenderte.  Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa: rey Agripa, para mí es un privilegio presentarme hoy ante usted para defenderme de las acusaciones de los judíos, sobre todo porque usted está bien informado de todas las tradiciones y controversias de los judíos.  Por eso le ruego que me escuche con paciencia.  Todos los judíos saben cómo he vivido desde que era niño, desde mi edad temprana entre mi gente y también en Jerusalén.  Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión.  Y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados.


Recuerdo la primera vez que hice una decisión por Cristo.  Me sorprendió todo lo que escuché y quería aprender más.  Definitivamente traté de obedecer y seguir sus principios.  Pero poco a poco, fui moviendo la barrera conforme me acomodaba mejor.  Esto es para los muy clavados.  Pensaba.  Yo con esto y hasta aquí estoy bien.  Lo que no sabía, o no quise saber, es que poco a poco me fui alejando más y más de Dios.  Escuchaba predicaciones y sabía que habían muchas partes de mí que tenía que cambiar pero lograba “esquivar” las pedradas.  Después de varios años, mi vida no era congruente.  Decía creer en algo y mis acciones decían lo contrario.  Imagínate que llegó un momento donde, sabiendo que debía cambiar, pensaba en cómo explicarle a la gente el por qué de mi cambio.  Y por esta razón estoy escribiendo todo esto.  Pablo relata sobre su infancia y cómo se ha comportado siempre.  No le da pena ni miedo el decir que estuvo en una de las sectas más estrictas entre los judíos.  Abre totalmente su pasado y expresa su nueva convicción: y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo...  
¿A qué le tenemos miedo?  ¿A que nos critiquen?  ¿A que nos cuestionen?  ¿A que se separen de nosotros?  ¡Piénsalo!  No tiene sentido.  Si nos cuestionan, ¡excelente situación para compartir el evangelio!  Si nos critican y se apartan, ¿qué tipo de personas quieres tener cerca de ti?  Tenemos miedo al cambio.  A lo incierto.  A lo que no conocemos.  ¿Qué pasará después?  Me cuestionaba.
Cuando abres tu pasado, liberas todo aquello que vienes arrastrando y que no te deja caminar.  Pablo lo hizo.  Confesó cada detalle de lo que había hecho en su vida para posteriormente expresar su fe en la promesa de Dios.  ¿Cual es tu pasado?  ¿Qué estás arrastrando?  ¿Qué es lo que no te deja seguir adelante?  ¿Qué te detiene para reconocer abiertamente tu fe en la promesa de Dios?  Cuida tu testimonio.  Cuida tus acciones.  Cuida tu boca.
Por último, recuerda que Satanás existe.  Él busca constantemente desanimarte y bloquear cualquier deseo tuyo por reconciliarte y comprometerte con el Señor.  Va a atacar sutilmente.  Así lo hizo conmigo y estoy seguro que lo ha estado haciendo contigo.  No tiene cuernos ni trinche.  Al contrario.  Es sumamente seductor y utiliza elementos atractivos para hacernos pensar que no necesitamos tanto “fanatismo” y que nuestra vida así está bien.
Oración
Dios Padre: ya no quiero que pase más tiempo y que me aleje más y más de Ti.  Hoy quiero reconciliarme y comprometerme contigo.  Quiero cambiar mi vida.  Quiero dejarte guiar mis pasos.  Quiero abrir mi pasado y confiarte mi presente y mi futuro.  No permitas que el miedo y la incertidumbre frenen mis deseos por entregarte mi vida.  Dame la fuerza para seguirte y la fe para no voltear atrás.  Me encomiendo a Ti, en el nombre de Jesús.  Amén 

No hay comentarios: