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11 jun 2012

Hechos 26:12-15


En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes.  A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes.  Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?  ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?
Entonces pregunté: ¿Quién eres Señor?  Yo soy Jesús a quien tú persigues.  Me contestó el Señor.


Para este entonces, Pablo llevaba ya varios años de haber tenido este encuentro con Dios.  Fácilmente habrá contado esta historia una infinidad de veces.  Simplemente imagino que en cada sinagoga que visitaba y a cada persona que comenzaba a hablarle de Jesús, empezaba haciéndolo compartiendo este encuentro.  Pero, ¿por qué la biblia lo repite también?  ¿Para qué volvemos a leer que en su camino a Damasco cayó al suelo por causa de la luz y escuchó la voz?  ¿Qué sentido tiene?  Personalmente pienso que el Señor nos está recordando lo importante que es de dónde venimos y hacia dónde vamos.  Conforme pasa el tiempo y nos involucramos más con Jesús, nos olvidamos de dónde nos sacó.  Se nos olvida que éramos necios.  Se nos olvida que nos dábamos de golpes contra la pared, o coces contra el aguijón (como dice otra versión), hasta que llegó Jesús a darle dirección y sentido a nuestra vida.
Dice Pablo que iba con la comisión de los jefes y los sacerdotes.  En pocas palabras, con puras personas influyentes que tienen poder para que se hagan las cosas.  Así iba él.  Caminando muy seguro y confiado.  Siguiendo su pasión de acabar con los seguidores del nazareno.  Un insignificante carpintero de Belén no puede más que todos nosotros.  Pensaba.  Fácilmente vamos a acabar con ellos.  Pero sin saberlo, estaba luchando contra el Señor.  Has una pausa en tu vida.  ¿Hacia dónde te diriges?  ¿Quién te rodea?  ¿Quién o qué le está dando sentido a lo que haces?  Es necesario que lo medites.  Muchas veces tenemos la costumbre de hacer las cosas y pensamos que están bien y que así debe ser.  La realidad es que solamente debe ser conforme a la voluntad de Dios.  Tristemente, como iba Pablo vamos nosotros.  Necios.  Orgullosos.  Pensando que no necesitamos de nada más.  Utilizando nuestras capacidades.  Apoyándonos con tantas cosas que hay a nuestro alrededor y dejando a Dios atrás.  Creemos que así podemos seguir.  El problema llega cuando una luz, solamente una luz, lo suficientemente fuerte, nos tira y no nos deja seguir adelante.  ¿Dónde están las autoridades y los influyentes?  ¿Dónde están los poderosos?  ¿Dónde están aquellos que tanto miedo causaban a los seguidores de Jesús?  ¿Dónde quedó todo aquello que te daba seguridad y te hacía sentir orgulloso?  ¿Dónde está tu fuerza para seguir adelante?  Tirados en el suelo sin poder moverse.  Entiéndelo.  Los hombres nunca podrán más que Dios.  Puedes dudarlo por un momento.  Es normal.  Estás acostumbrado a decidir conforme lo que ves, pero es hora de que empieces a echar a andar la máquina de la fe y experimentes lo que Dios hace en la vida de sus seguidores.  Piénsalo.  
Oración
Señor: gracias por rescatarme y darme la oportunidad de cambiar de dirección.  Gracias por darle sentido a mi vida y recordarme que debo trabajar mi fe y no confiar en lo que veo sino en Ti.  Te pido que nunca olvide de dónde me has sacado y siempre esté listo para compartir los milagros que has hecho en mi vida.  Que la gloria sea para Ti mi Señor.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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