Vistas de página en total

5 feb 2013

Filipenses 2:22-24


Pero ustedes conocen bien la entereza de carácter de Timoteo, que ha servido conmigo en la obra del evangelio, como un hijo junto a su padre.  Así que espero enviárselo tan pronto como se aclaren mis asuntos.  Y confío en el Señor que yo mismo iré pronto.  



En el mundo corporativo, es muy común realizar evaluaciones de desempeño.  Hay empresas que buscan que sus empleados crezcan y se desarrollen basándose únicamente en su desempeño: meritocracia.  No porque conocen a alguien ni porque son familiares del jefe tendrán los puestos importantes.  Por su trabajo son reconocidos y exaltados.  Es también común tener metas e incluso bonos por llegar a esas metas.  Se busca medir lo mejor posible lo que un empleado está haciendo.  Cuánto produce.  Qué tan efectivo es.  Entre otras cosas.  De la misma forma debemos tener ciertas metas y evaluaciones dentro de nuestra vida espiritual.  Lee con detenimiento la descripción de Timoteo: un hombre con entereza de carácter y servidor como un hijo con su padre.  La versión reina valera dice: ya conocen los méritos de él.  Otra versión dice: ya saben de su buen comportamiento.  ¿Y qué hay de nuestro comportamiento?  ¿Cómo te describe la gente?  ¿Cómo te describes? 
Recuerdo una persona en mi trabajo que solamente conocí a través de correos electrónicos y por teléfono.  Era sumamente amable y paciente.  Cada correo que contestaba tenía palabras de bendición.  La verdad nunca le pregunté si era seguidor de Jesús, pero por su forma de ser, imagino que lo es.  No era el único que notaba su gran carácter.  Otras personas dentro de la oficina que tenían que trabajar con él, tenían los mismos comentarios.  ¡Cómo es posible transmitir tanto por teléfono o por correo electrónico!  Habla de un carácter extremadamente bien formado.  No tuve que conocerlo en persona para darme cuenta que vivía en paz.  La verdad dudo que mis correos y mi forma de ser expresen lo mismo.  Es triste.  ¿Por qué nuestra vida no derrama paz y amor?  ¿Porque estamos cansados?  ¿Ocupados?  ¿Enojados?  Si conocemos al Señor, nuestro día a día debe demostrarlo.  Nuestra personalidad debe ser semejante a la de Timoteo, a la de Pablo y por consecuencia a la de Jesús.  Nuestras actitudes deben de estar llenas de amor.  Nuestra vida debe proyectar paz y gozo sin importar las circunstancias.  Si no es así, algo estamos haciendo mal.  Personalmente creo que nuestro orgullo y falta de amor a nuestro prójimo nos estorba para vivir así.  Si pusiéramos a nuestro prójimo en el mismo escalón que nosotros, estoy seguro que seríamos mucho más delicados y amorosos en nuestra manera de ser.
Espero que a partir de hoy, busques alcanzar nuevas metas espirituales.  Espero sea una costumbre el analizar y evaluar tu crecimiento.  No dejes que la apatía entre en ti sino constantemente busca crecer espiritualmente.  También espero que cada día busques amar al Señor y obedecerle amando a tu prójimo como a ti mismo.  Que aquellos que te rodean noten que hay algo distinto en ti.  Que los que te odian y deseen mal, reciban una sonrisa honesta de tu parte.  Busca que tu vida sea de impacto y gloria para el Señor.  De esta manera, podrán decir: qué entereza de carácter, qué méritos y qué forma de comportarse tiene esta persona.  Piénsalo.  Todo este comportamiento apunta a la transformación que el Señor hace en tu vida.

Oración
Padre: mi orgullo estorba en mi crecimiento espiritual.  Mi falta de amor a mi prójimo no puede seguir así.  Hoy entiendo que Timoteo era especial porque buscaba obedecerte primero que cualquier otra cosa.  Te pido que así sea en mi vida.  Quiero que mi vida emane tu amor y tu paz.  Quiero que mi carácter sea de entereza, paciencia y la gente pueda sentirse amada por el amor tan grande que Tú das.  Permite que sea un vocero de tu amor y no una barrera.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

No hay comentarios: