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27 feb 2013

Filipenses 3:18-21


Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo.  Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza.  Sólo piensan en lo terrenal.  En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.  Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.



Piensa por un momento en las personas más famosas de este momento.  Artistas, empresarios, deportistas o cualquier otra disciplina.  ¿Cuánta gente quisiera ser como ellos o tener su vida?  Por otro lado, cuántos han caído en algún escándalo.  Que si tuvieron problemas de adicciones, engañaron a su cónyuge o tuvieron problemas con la policía.  A los ojos del Señor, este mundo está de cabeza.  Ponemos a las personas incorrectas en los pedestales incorrectos.  Seamos honestos.  En ocasiones veo la vida de algunos empresarios y me encantaría vivir como ellos.  Pienso en cómo hicieron para llegar a donde están y qué puedo hacer yo para estar ahí también.  ¿Pero sabes algo?  Por más insignificante que parezca este deseo, sé que la raíz proviene del amor al dinero y la soberbia por encontrar el éxito profesional.  ¡Es la verdad!  Por lo menos en mi caso, así es.  No quiere decir que no busque mi desarrollo profesional.  ¡Por supuesto que lo busco y deseo!  La diferencia es que es mayor mi deseo por obedecer al Señor que hacerme millonario.  Como creyentes y no creyentes tomamos decisiones que posteriormente traen resultados.  Pablo nos explica estos dos tipos de personas: unos tienen como destino la destrucción mientras que los otros reciben vida eterna en Jesucristo.  Unos buscan sus deseos y se enorgullecen de aquello que es vergonzoso.  Los otros son transformados en un cuerpo glorioso por medio de Jesucristo.  ¿Te das cuenta que no hay una tercera rama que diga: estos son los que siguen a Cristo en algunas cosas pero también sus propios deseos en otras?  ¿De qué lado estás?  Se honesto.  No debes contestarme a mí ni a nadie.  No debe haber hipocresía en esta respuesta.  Es entre Dios y tú.  ¿Quieres seguir tu camino y darle la espalda a Dios?  Bien.  Solo ten cuidado de dónde terminas.  No sea que te vayas tan lejos que olvides que el Señor está buscando reconciliarse contigo.  ¿Quieres vivir para Dios?  ¡Excelente!  Es la mejor decisión que puedes tomar.  Vivamos como imitadores de Jesús y no dando testimonio como enemigos de su cruz.  Tengamos cuidado con aquello que deseamos y anhelamos.  Pongamos por encima de todo a Jehová.  Así nos lo manda.  Busquemos cada día ser renovados en Cristo.  ¿Tropezaste?  Pide perdón y levántate.  No juzguemos a los que tropiezan sino extendamos la mano para levantarlos.  El Camino es el perfecto, nosotros solo tratamos de seguirlo.  Has una pausa y medita en tus deseos, tus decisiones y tu comunión con Dios.  ¿En qué lugar está cada uno?  ¿Cómo acomodas tus prioridades?  Nunca es demasiado tarde para empezar una vida conforme a Jesús.

Oración
Señor: perdóname.  He pecado contra Ti.  He buscado lo mío y desechado lo tuyo.  He anhelado lo del mundo y dado la espalda a tu Espíritu.  Hoy entiendo que lo que yo consideraba de orgullo es realmente vergonzoso para ti.  Te pido que me des entendimiento y discernimiento para caminar conforme a tu voluntad.  En Cristo Jesús.  Amén 

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