Vistas de página en total

25 feb 2013

Filipenses 3:12-14


No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto.  Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.  Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya.  Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está adelante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.



Hace poco más de una semana, mi esposa y yo decidimos traer una perrita (de la calle) a la casa  y cuidarla hasta encontrarle un hogar permanente.  El primer día estaba asustada y muy tímida.  Al siguiente día mejoró mucho su semblante.  Para el tercer día, era una perrita contenta y con muchas ganas de jugar y disfrutar.  No se quedó pensando en su vida en la calle.  No entró en depresión.  No dejó de gozar en el jardín en el que podía jugar hoy por pensar en que antes estaba en la calle sin techo ni alimento.  Tampoco está triste pensando en aquellos perritos que siguen en la calle.  Ella vive el hoy.  Vive contenta y disfrutando lo que tiene.  ¿Podría tener más?  ¡Seguro!  ¿Podría tener menos?  ¡Por supuesto!  Pero eso no la limita a vivir disfrutando lo que hoy tiene.  “Es un animal” pensarás.  Sí.  Pero tiene sentimientos y mucho que enseñarnos.  Si pudieran ver la transformación de su primer día a unos cuantos después se sorprenderían y entenderían mejor lo que estoy escribiendo.
¿Y cómo podemos relacionar la historia de la perrita con Pablo y nuestra vida espiritual?  Pablo nos está diciendo que ha aprendido a vivir como la perrita (y en general los perros) lo hacen: dejando atrás el pasado y esforzándose por alcanzar lo que está adelante.  ¡Deja el pasado!  ¡Entrégalo al Señor y sigue adelante!  Pareciera que estamos encadenados y arrastrando piedras gigantes por no querer dejar atrás las cosas y perseguir nuestra meta que es Cristo Jesús.  Sí, es difícil.  Se nos facilita aferrarnos a las cosas.  Pero ese no es el camino.  Cada día debemos aprender a entregar al Señor nuestros problemas, nuestras angustias, nuestras necesidades, nuestros corajes y nuestros deseos.  De esta manera podemos dejar atrás todo aquello que estorba en nuestro crecimiento espiritual.  Piénsalo.  ¿Estás perdonando o sigues aferrado?  ¿Estás amando a tu prójimo o solo a los que no te lastiman?  ¿Estás predicando a Cristo?  Tu pasado es eso: pasado.  No debe dictar tu presente y mucho menos tu futuro.  Ahora, estoy convencido que Dios utiliza testimonios de vidas pasadas que hoy están reformadas.  Si viviste un pasado duro y crudo, utilízalo para dar gloria al Señor dando ánimo y consuelo a otros hermanos.
Nuestra meta es estar en la presencia del Señor.  Mientras que eso llega, nuestra preparación está en imitar a Jesús.  Yo sé que a veces lo que vivimos es tan duro y difícil que no es fácil dejarlo atrás y olvidarlo.  No te estoy pidiendo eso.  Te estoy motivando a que lo entregues al Señor para que puedas caminar libremente hacia la meta.  Da gracias por lo que hoy tienes.  Da gracias por lo que no tienes.  Disfruta.  Goza.  Sonríe.  Vive.  El Señor te ha dado hoy lo que necesitas para vivir y darle gloria.  No dejes que el pasado y lo material te roben el gozo de vivir agradecido.

Oración
Padre: Alabado seas.  Perdóname por vivir en el pasado y no agradecido en mi presente.  Quiero cambiar y aprender a entregarte mi pasado.  No quiero seguir arrastrando todo sino vivir ligero y entregado cada día.  Te pido pongas perdón, confianza, consuelo, paz y gozo en mi corazón.  Lléname de Ti mi Señor.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén. 

2 comentarios:

Sergio dijo...

Las lagrimas se me caen, la tristeza me embarga como casi cada dia desde que tengo memoria, quizás desde los ocho años de edad, hoy tengo 50 y sigo llorando. No veo frutos en mi vida cristiana. me doy cuenta que la gente m e desprecia y no es por Cristo. perdi un hijo de tan solo 15 años de edad que jamas pudo vivir una vida sano y normal. mi vida no es fructifera, me siento insatisfecho, ahora volvi a endeudarme. ya no tengo fuerzas para seguir y no se si tengo el Espíritu Santo, quisiera saberlo, quisiera que mi vida cambie, tener frutos para Dios y prosperidad para mi familia. y al menos de que gente me vea con aprecio, me siento tan menospreciado y despreciado, tenido en poco, si fuera por Jesús tendría un justificativo, pero es por mi, parece que no valgo la pena para nadie, quizás para Dios si pero al no tener fruto, no lo se.....

Unknown dijo...

Sergio no pienses así cuando más triste y solo tu sientes es cuando mas serca esta Dios de ti.piensa positivo y cuestiones tu pida que porque as pasado tantas cosas en tu vida solo día para que yo en que tengo que agradarte señor y con Respecto a la muerte de tu hijo solo Dios sabe con el propósito que te lo quito así que esfuérzate sigue adelante Dios esta contigo.nunca lo olvides