Vistas de página en total

12 feb 2013

Filipenses 2:25-27


Ahora bien, creo que es necesario enviarles de vuelta a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de lucha, a quien ustedes han enviado para atenderme en mis necesidades.  Él los extraña mucho a todos y está afligido porque ustedes se enteraron de que estaba enfermo.  En efecto, estuvo enfermo y al borde de la muerte; pero Dios, se compadeció de él, y no sólo de él sino también de mí, para no añadir tristeza a mi tristeza.  



Hay una expresión que dice “llueve sobre mojado”.  Si vemos que Pablo estaba atravesando ya varias injusticias, al llegar Epafrodito para ayudarle y termina enfermándose a tal grado que la muerte es una posibilidad, definitivamente le estaba lloviendo sobre mojado a Pablo.   ¿Qué más le podía pasar?  
¿Cuántas veces nos sentimos así?  Estamos atravesando algo difícil y pensamos que las cosas no podrían estar peor solo para darnos cuenta que sí podría ser peor.  ¿Dónde está Dios en estas circunstancias?  ¿Por qué permite esto o aquello?
La respuesta a la primera pregunta es sencilla: Dios está a tu lado con los brazos abiertos y dispuesto a llenarte de su amor, su paz y consolarte.  La segunda pregunta es un poco más complicada pues hay muchas posibles vertientes.  Para tratar de contestar de la manera más acertada y general, me parece que el Señor permite momentos difíciles en nuestra vida para que aprendamos a depender más de Él; que aprendamos a servirle a Él y no a nuestros deseos; que aprendamos a perder nuestra vida para ganarla.  Piensa esto por un momento: cuando te enfrentas a una gran dificultad, tienes dos opciones: voltear a Dios y reconciliarte con Él reconociendo que no hay más que puedas hacer o, seguir luchando y frustrándote porque no hay nada que puedas hacer.  Estoy convencido que Dios quiere que decidamos por la primera opción y por ello utiliza lo material o la salud para recordarnos lo fugaz que es la vida.  
Vuelve a leer el pasaje y pon atención a las actitudes de Epafrodito.  Un hermano que se preocupa por su prójimo (Pablo) y decide ir y asistirle.  Deja su casa.  Deja su comodidad.  Deja a su gente.  Todo por ir y servir a un hermano en necesidad.  Después se enferma.  No cualquier enfermedad.  Puede perder la vida por ella.  Pero el Señor decide que sane.  Ahora se encuentra afligido porque sabe que en su casa están preocupados por él.  No hay teléfono.  No hay correo electrónico.  Hay cartas que tardan varios días o semanas en llegar de un lado a otro y por ello quiere regresar para que dejen de preocuparse por él.  Analiza el corazón de Epafrodito a través de sus acciones.  Si viviera en estos tiempos le diríamos, Epafrodito, tienes que pensar primero en ti.  Pablo está encarcelado, qué sentido tiene que vayas con él.  Epafrodito, ya estuviste sumamente enfermo, deja de preocuparte por los demás.  Epafrodito, debes descansar.  ¿No te parece que así vivimos?  Satanás es sumamente astuto (ojo, no lo sabe todo como Jehová).  Él quiere apartarnos de Dios.  Busca corazones que quieren servir al Señor.  Busca a los Epafroditos del mundo y a través de distintos métodos busca frenarlos.  Uno de ellos es la cultura en la que vivimos.  Medita en ello.  ¿La cultura de hoy en día exalta y promueve a Dios o al hombre?  La cultura y los pensamientos de hoy nos alejan de Dios.  ¿Esto quiere decir que no debes leer o ser culto?  ¡Por supuesto que no!  Significa que debes tener cuidado con lo que lees y precavido con aquello que llenas tu mente y tus pensamientos.  Epafrodito entendió el mensaje de Cristo cuando lava los pies de sus discípulos diciendo que a venido a servir y no a ser servido.  Hagamos lo mismo.  Sirvamos y dejemos de ser servidos.  Que las adversidades no detengan nuestros deseos de servir.  Que las personas no desvíen nuestra atención de amar a nuestro prójimo cuestionando nuestros actos.  Busquemos servir.  Busquemos servir.  Busquemos servir.

Oración
Padre: quiero servirte.  Quiero dejar de pensar en mí.  Quiero aprender a amar y servir a mi prójimo.  Quiero dejar de quejarme por lo que me sucede.  Señor, perdona mis pecados.  Gracias por amarme y fijarte en mí.  Te pido que tu amor me llene y pueda transmitirlo a los que me rodean.  No quiero seguir viviendo así y por ello te pido me renueves y me muestres cómo caminar conforme a tu voluntad.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén 

No hay comentarios: