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21 oct 2008

Mateo 4:24

Y corría su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían mal, los tomados de diversas enfermedades y tormentos, y los endemoniados, y lunáticos y paralíticos y los sanó.

Hay dos puntos de este versículo que quiero tocar el día de hoy: la fama y las sanaciones. La primera me pone a pensar en la forma en que nos conducimos cuando algo realmente nos sorprende. Inmediatamente corremos la voz de aquello que nos pareció asombroso. La fama de Jesús ha ido evolucionando con los años, pero la raíz de esa fama se sigue fomentando como se hacía hace dos mil años: con personas sorprendidas quienes salieron de inmediato a compartir lo que les había sucedido. Por otro lado, hay personas que ya no se impactan de escuchar de un hombre nazareno llamado Jesús y lo comparan con muchos otros personajes de la historia como si fueran iguales.
En cuanto a las sanaciones, es muy difícil que las personas entendamos que estamos enfermos. Nuestro orgullo muchas veces nos impide ver nuestras carencias y necesidades pero sobre todo, la falta de dirección en nuestra vida. Tal vez pienses que no estás endemoniado (y probablemente no lo estés), pero las enfermedades que tenemos ahora tienen otros nombres pero siguen siendo igual de destructivas que antes. Voy a poner algunos ejemplos de enfermedades actuales: personas que son inseguras por su sobrepeso, o molestias con su físico; personas que no pueden dejar de trabajar y están en su oficina o lugar de trabajo desde el amanecer hasta el anochecer dejando a un lado a su familia; personas con problemas de alcoholismo y pensando que tienen control sobre de él; personas que piensan que son buenas porque no han hecho ningún mal considerable (cualquiera que este pueda ser); personas que piensan que son lo peor porque nunca han cometido muchos errores en su vida. En general pueden existir infinidad de casos y ejemplos. Tú debes reflexionar para reconocer tu enfermedad. Lo que sí te puedo asegurar, es que al final del día, nos encontramos igual que como aquellos que acudían a Jesús hace dos mil años: atormentados por tantos problemas económicos y familiares, endemoniados por la cantidad de corajes, amarguras, celos e ira que tenemos acumulada en el interior, y paralíticos porque caminamos totalmente chueco y sin llegar a ningún lado en lugar de en línea recta conforme a los mandamientos de Dios.
¿Te das cuenta? Jesús vino a SANAR a aquellos que pudieron RECONOCER que tenían una enfermedad y sobre todo que ¡NO querían seguir así! Hoy es tu oportunidad de ser sanado. ¡Hazlo y vive la diferencia!

Oración
Señor: te pido en este día que me sanes. Reconozco que necesito de Ti para corregir mi vida. Tengo rencores, corajes, celos, angustias y muchas cosas más que no me dejan vivir. Te pido Señor que me sanes y me permitas comenzar una nueva vida. Una vida sana. Permite que vea tus milagros en mi vida y pueda así también compartir con la gente sobre tu merecida fama como lo hacían antes. Hoy quiero ser diferente y sé que te necesito para hacerlo. Te pido que me escuches en el nombre de Jesús
Amén

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