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8 feb 2009

NVI Génesis 45:5

Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas.




Explico el contexto para que entendamos mejor la fuerza y significado de estas palabras. José se está reencontrando con sus hermanos después de varios años de separación, pero a diferencia de cualquier separación “normal”, él no dejó de verlos por voluntad propia sino porque lo vendieron como esclavo. Sí, leíste bien, sus hermanos, su misma sangre, no dudaron en venderlo y deshacerse de él como si fuera cualquier cosa.
Imagina ser tratado así y no tener rencor, enojo, coraje o sobre todo, ¡deseos de venganza! Recuerda cualquier ocasión en la que te hayan hecho algo. ¿Cómo te sentiste? José, como cualquier ser humano, seguramente no los perdonó al instante, pero lo que sí hizo es algo que tenemos que tomar como un gran ejemplo: le entregó a Dios su carga y le pidió que la llevara Él en su lugar. Se dio cuenta que no los podía perdonar por si mismo y acudió a aquél que TODO lo puede.
Después de varios años, Dios permite que se reencuentren José y sus hermanos, pero para este momento, el Señor, ya había trabajado y preparado el corazón de José y estaba listo para demostrarles el amor que NO se merecían pero que aún así, les iba a dar.
Hay dos principios fundamentales que debemos aprender de este versículo acerca del perdón. El primero es reconocer que para nosotros es imposible perdonar. Es necesario entregar a Dios nuestro coraje y deseos de venganza. Independientemente de que seas una persona impulsiva o pasiva, el sentimiento siempre está ahí cuando sufrimos. El segundo principio está ligado al primero. Una vez que has entendido que necesitas a Dios para que ponga el perdón en tu corazón, es necesario que comprendas que las cosas NO suceden por sí solas sino porque el Señor las permitió. Sé que esto puede hacer que te surjan varias dudas en cuanto a Dios permitiendo dolor y momentos difíciles, pero si lees el versículo con atención puedes darte cuenta cómo José aprendió que lo que él tuvo que vivir NO fue porque sus hermanos lo vendieran ni porque lo enviaran posteriormente a la cárcel sino que “fue Dios quien me mandó”.
¿Entiendes esto? José fue vendido y por poco asesinado por sus mismos hermanos. Estuvo en otro país, otra lengua viviendo como esclavo. Posteriormente es llevado a la cárcel por un delito que él NO cometió. Y conforme pasaron los años, en lugar de tener una furia interna y coraje contra la vida de todo lo que le pasó “en su contra”, vemos un corazón tranquilo y misericordioso que recibe a sus hermanos y les da testimonio de lo que él ha aprendido acerca de Dios. ¡Qué gran ejemplo a seguir!
Aprende hoy a reconocer tu incapacidad para perdonar. Pide a Dios que ponga perdón en tu corazón y comienza a vivir tranquilo. Después podrás entender que lo que está pasando en tu vida, no es culpa de nadie, ni injusticias en tu contra, sino la voluntad del Dios todopoderoso trabajando en tu corazón.

Oración
Señor: alabado seas. Perdona mis pecados y permite que pueda reconciliarme contigo. He permitido que el enojo y mis corajes me quiten la paz que Tú das. Hoy quiero entregarte aquello que está en mi corazón y te estorba para trabajar con él. Ayúdame a entender que lo que pasa en mi vida es tu voluntad y que a pesar de que yo no lo entienda Tú tienes un plan perfecto para mí. Señor, quiero ser como José que al final pudo reconocer Tu mano en su vida a pesar de que tuvo que atravesar circunstancias indeseables. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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