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7 mar 2011

Hechos 7:1-2ª,51

¿Son ciertas estas acusaciones? Le preguntó el sumo sacerdote. Él contestó: Hermanos y padres, escúchenme… ¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo! ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Ellos mataron a los que de antemano anunciaron la venida del Justo, y ahora a éste lo han traicionado y asesinado ustedes, que recibieron la ley promulgada por medio de ángeles y no la han obedecido.



Irónicamente, Esteban nunca debatió contra las falsas acusaciones. No le dedicó tiempo a tratar de aclarar el error que estaban cometiendo al acusarlo de lo que no había hecho ni trató de exponer la corrupción que existía. Pero lo que sí hizo fue hablar sobre Jehová y el cumplimiento de sus promesas. Habló de los versículos 2 al 50 sobre Abraham y cómo su descendencia habitaría en tierra ajena y serían esclavizados por 400 años cuando no tenía ni un solo hijo. Posteriormente relata la historia de los doce patriarcas quienes por envidia venden a José como esclavo y Dios se encarga de protegerlo hasta ponerlo por segundo en el reino de Egipto. Después de la muerte de José, llegó un rey a Egipto que se olvidó de Dios y comenzó la opresión contra el pueblo judío. Pero los planes de Dios no terminaban con la esclavitud pues levantó a Moisés quien se encargaría de liberarlos y llevarlos a la tierra prometida sin embargo al no confiar en que el Señor cumpliría su promesa, pidieron a Aarón que les hiciera dioses para adorar pues no habían escuchado de Moisés y Jehová los castigó dejándolos en el éxodo hasta que muriera esa generación. Posteriormente fallece Moisés y a través de Josué se cumplen los planes de Dios y entran a morar en la tierra prometida.
¡Tercos y duros de corazón! les dice Esteban. Siguen haciendo lo mismo que sus antepasados. Siguen resistiendo al Espíritu Santo, siguen dándole la espalda al Señor. ¡Tienen conocimiento de la ley pero no la obedecen!
Dios nos ha dejado sus promesas en la Biblia y siempre ha cumplido. Por el contrario, la historia nos juega en contra. Como humanos, siempre hemos estado fallándole al Señor, olvidándonos de Él cuando hay abundancia y clamando cuando hay escases. Las transiciones son difíciles y por eso pensamos que antes estábamos mejor pero no es así. Dios tiene un propósito para nuestra vida y una promesa que cumplir: el perfeccionarnos a la imagen de Jesús. No seamos como aquellos que conocen de Jehová pero no obedecen, que escuchan de Dios pero no ponen atención, que señalan a aquél que compromete su vida en obediencia, no seamos como los que crucificaron a Jesús pensando que estaban haciendo lo correcto. No dejemos que el tiempo ponga en duda que Dios está al control o que no cumplirá con sus promesas. Todo es a Su tiempo y no al nuestro. ¡Pasaron 400 años de esclavitud antes ser liberados! Busquemos tener un corazón blando y humilde. No duro y lleno de orgullo. Hoy debes tomar una decisión: escuchar las buenas noticias y aceptar a Cristo como tu Señor, o como el Consejo, cuestionar, juzgar y darle la espalda a Dios. ¿Qué vas a decidir?

Oración
Padre: quiero recibir a Cristo en mi vida. Quiero dejar de tomar malas decisiones y ponerte al frente de todo lo que hago. No quiero darte más la espalda sino tener un corazón humilde que recibe tus instrucciones y obedece con gozo. Ayúdame a entender lo que Esteban explicaba al consejo. Ayúdame a no ser terco y duro de corazón. Ayúdame a entender que Tú cumples tus promesas y que mi deber es tener fe en Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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