Vistas de página en total

28 mar 2011

Hechos 8:28-31

El etíope había ido a Jerusalén para adorar y en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carro leyendo el libro del profeta Isaías. El espíritu le dijo a Felipe: acércate y júntate a ese carro. Felipe se acercó de prisa al carro y al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó: ¿Acaso entiende usted lo que está leyendo? ¿Y cómo voy a entenderlo contestó si nadie me lo explica?



Personalmente me considero malo para compartir la palabra con desconocidos. Constantemente oro por poder hacerlo y pido por sabiduría para poder realizarlo mejor. Admiro a aquellas personas que sin dudar, comienzan a hablar de Dios e incluso unos minutos más tarde están orando con quien antes era un desconocido y están pidiendo por su reconciliación con Dios. Existe una gran necesidad de Dios. La gente necesita de Él pero tristemente están buscando en los lugares equivocados. A veces buscan en lo espiritual pero dejan a un lado la Palabra de Dios. Felipe obedeció y se acercó a un completo desconocido. No pensó en que podría molestarlo. No pensó en que estaría invadiendo su “espacio personal”. No pensó en que pudiera sentirse ofendido. Simplemente fue. ¿Cuánto nos detenemos nosotros por pensar en todo lo que podría pasar si simplemente obedecemos? ¿De cuántas bendiciones nos estamos perdiendo por el cuestionar nuestra obediencia sin restricción a Dios? ¿Cuántos no están escuchando de Cristo porque no nos atrevemos? Compartir de Jesús es increíble. Es una verdadera bendición. ¿Por qué dejar esas bendiciones en el suelo en lugar de tomarlas y hacerlas nuestras? ¿Por pena? ¿Por miedo? ¿Por prejuicios? Sé que no es fácil pero tampoco resulta imposible. Significa ser menos egoístas. Entregar de nuestro tiempo. Hacer a un lado lo que teníamos planeado en ese momento y poner al Señor primero para dedicarle más tiempo a esa persona que necesita escuchar de Cristo. Tengamos como propósito compartir a Jesús en cualquier oportunidad que se presente. Con amor. Con respeto. Con total apego a Sus palabras.
Por otro lado, es importante entender que, además de la necesidad que existe por reconocer de Dios, también hay escases en el conocimiento de Él. Felipe le cuestiona al etíope si comprendía lo que estaba leyendo y la respuesta fue negativa. Mucha gente lee la biblia y no entiende el mensaje. Dios es quien nos revela su contenido a través del Espíritu Santo. Para aquellos que no lo tienen, la biblia dice que son palabras de locura. Felipe al acercarse al etíope hace una simple pregunta: ¿entiendes lo que lees? ¿Cómo entenderlo si nadie me lo explica? contestó el etíope. ¿Quién si no nosotros para explicarle a los demás sobre Jesús y su evangelio? ¿Por qué esperar y ceder la bendición a alguien mas? Tomemos para nosotros estas bendiciones que nos da Dios por compartir de Él y obedezcamos en la gran comisión de ir y hacer discípulos.

Oración
Señor: Gracias por tu palabra y tu amor incondicional. Te pido me limpies y perdones de mis pecados y me guíes por tus caminos. Ayúdame a compartir de Ti sin restricciones y sin prejuicios. Pon amor en mí para no juzgar ni compartirte de manera errónea. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén

No hay comentarios: