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24 mar 2011

Hechos 8:25-27

Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos. Un ángel del Señor le dijo a Felipe: Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja a Jerusalén a Gaza. Felipe emprendió el viaje y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la candase, reina de los etíopes. Éste había ido a Jerusalén para adorar.



¿Alguna vez te has preguntado si estás en el lugar correcto? ¿Te has cuestionado si tu trabajo, la ciudad o la casa en la que vives es lo que Dios tiene para ti? Personalmente lo cuestiono muy seguido. No por inseguridad sino porque no quiero estar fuera de Su voluntad. He cometido muchos errores y no quiero cometer más por mi soberbia. Pero en ocasiones es difícil diferenciar si estamos en el camino correcto o en el incorrecto. ¿Cómo podemos tener un parámetro para resolver esta disyuntiva? Con los versículos de hoy podemos darnos una buena idea para la respuesta. Pedro y Juan se pusieron en marcha de vuelta a Jerusalén y en su camino predicaron en muchos pueblos de Samaria. Mientras Felipe regresaba a Jerusalén, obedece el llamado del ángel y encuentra a un eunuco a quien posteriormente bautizaría. Entonces, ¿cómo saber si estamos en el lugar y el momento correcto? Lo sabemos si estamos poniendo las cosas de Dios primero. Ejemplo, utilizamos nuestros recursos para Dios, abrimos las puertas de nuestra casa para que se estudie la palabra; aprovechamos el convivio en nuestro trabajo para dar testimonio; aprovechamos nuestro alrededor para dar gloria a Dios. Los apóstoles se detenían y cambiaban su rutina para compartir a Jesús. ¿Estás haciendo lo mismo? Si por el contrario, donde te encuentras, no te permite ir a tus estudios, quita tiempo de tu vida familiar, el ambiente es propenso a que te aleje de Dios, puedes tomarlo como señal de que no es el lugar adecuado. Siempre debes orar y dar un tiempo a que Dios vaya mostrando su plan para tomar una decisión.
Pon mucha atención a la manera en que los apóstoles trabajaban. En su camino a Jerusalén seguían compartiendo el evangelio. Quiere decir que nosotros debemos hacer lo mismo. En nuestro camino a las vacaciones. En nuestro camino al trabajo, en nuestro camino del día a día, debemos tener el corazón dispuesto a entregarnos y dedicar tiempo a compartir a Cristo. Ahora, no quiere decir que siempre tendrás respuestas y recibimientos agradables. Habrá personas que te desprecien y no les guste tu anuncio. Deja que Dios se encargue de ello y tú sigue trabajando para Él.
Mantengámonos en las cosas de Dios. Busquemos su reino. Busquemos obedecerlo. No nos acoplemos a este mundo ni a su rutina sino seamos transformados para poder ser como Jesús, como los apóstoles que entregaron su vida a Él y en todo lo que hacían buscaban Su gloria. Esta es la forma de vivir. Esta es la forma de confirmar que estás en donde debes estar: el lugar que Dios tiene para ti.

Oración
Señor: hoy entiendo que no he utilizado todo lo que me das para tu gloria. Entiendo que puedo hacer mucho más para tu gloria y quiero comenzar. Ayúdame a entregarme y ser menos egoísta. Quiero estar disponible en todo momento y con cualquier persona para compartir de tu palabra así como lo hicieron tus apóstoles quienes no les importó frenar su camino a Jerusalén con tal de hablar de Jesús.

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