Vistas de página en total

23 mar 2011

Hechos 8:20-23

¡Que tu dinero perezca contigo, le contesto Pedro. Porque intentaste comprar el don de Dios con Dinero! No tienes arte ni parte en este asunto, porque no eres integro delante de Dios. Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del Pecado.



Por eso arrepiéntete…
Simón estaba tratando de vivir como estaba acostumbrado a hacerlo. Por ello cuando pide a Pedro si puede pagar por el don de Dios no suena tan loco si entendemos de dónde viene esa pregunta. Una persona que no conocía de Dios, que utilizaba magia y hechicería para ganar dinero piensa que las cosas pueden funcionar igual. A veces caemos en el mismo error. Por la costumbre o simplemente dureza de nuestro corazón, queremos seguir manejando las cosas a nuestra manera. Nos resistimos al cambio. Nos resistimos a obedecer. Nos resistimos a dar ese paso que, dentro de nosotros, sabemos que se debe tomar pero aún así no lo hacemos por rebeldía y orgullo. Finalmente pensamos que podemos seguir bien con nuestras decisiones y agregando a Dios cuando se necesita. No hay nada más equivocado. Si algo se repite constantemente en la biblia es la necesidad de arrepentirnos de nuestros pecados. Lo vimos con Caín y Abel cuando traen sus ofrendas a Dios. Lo vemos con Sodoma y Gomorra. Lo vemos en el comienzo y transcurso del éxodo. En fin, si pones atención te darás cuenta que arrepentirte de tus pecados es el primer paso para poder tener comunión con Dios. Por otro lado, a nosotros nos gusta pensar que Jehová se puede acomodar a nuestras ideas y conceptos que tenemos de un dios existente. Pensamos que podemos ser buenos, que nuestros parámetros son aceptables y que no tenemos que arrepentirnos, bueno, si de repente nos sentimos como que hicimos algo mal, tal vez aceptemos que en algún pequeño detalle sí cometimos un error. No estoy exagerando. Nuestra naturaleza nos aparta de Dios. Nuestra carne nos lleva a pensar que no necesitamos de Él y menos aún el tener que doblar nuestra rodilla, humillarnos y reconocer que necesitamos su aprobación y su perdón. ¡Verdaderamente es una patada a nuestro orgullo!
En el versículo anterior, escribí sobre nuestra búsqueda por negociar con Dios y cómo nos resulta imposible ofrecer algo que pudiera interesarle. De hecho, pienso que la respuesta de Pedro nos sirve para darnos una idea de lo que Él podría contestarnos: ¡que tu dinero perezca contigo! No eres íntegro delante de mí y veo que vas camino a la amargura y esclavitud. Arrepiéntete y ruega por tu perdón. Entendamos que Dios es muy superior a nosotros. Aceptemos que necesitamos de Él. Pidamos perdón por nuestros pecados y busquemos vivir conforme a sus parámetros y no los nuestros.

Oración
Padre: pido perdón por mis pecados. Perdón porque quiero seguir viviendo como antes y entiendo que va en contra tuya. Ayúdame a seguirte y obedecerte. Ayúdame a no ser como Simón que buscaba negociar contigo o incluso comprar tus dones. Me rindo ante Ti y te pido misericordia. En el nombre de Jesús
Amén

No hay comentarios: